Y al fondo estabas tú; no sé si como cuadro o reloj de pared; o posiblemente fueses la misma pared.
Días después, y en el mismo lugar, te ví como encendida; pero no eras una lámpara de techo ni una ventana abierta...
Si no me hubieses saludado creería que no existías...
Pero olías a rosa de agua en mar de pétalos azules.
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