Antonio Mateos Martín de Rodrigo.
HASTA FINALES DEL SIGLO IV.
En la noche del Jueves Santo Cristo instituyó la Eucaristía -Mateo
26, 26- en una habitación del piso superior o cenáculo de una casa de Jerusalén
-Marcos 14, 13-16 -; la conmemoración de esta Eucaristía continuó realizándose
en lugares similares hasta, aproximadamente el siglo III; también fuera de Palestina
si bien en esta región los primeros cristianos completaron sus reuniones
eucarísticas -Hechos 2, 2- con su oración en el Templo de Jerusalén -Hechos 2,
46-; los cenáculos, ampliándose al conjunto de la casa al aumentar el número de
creyentes, se transformarían en las denominadas “domus ecclesia” o casas
iglesias; en Roma, y sólo en Roma, se denominaron “títulos”; en este caso eran
parroquias.
Algunas se levantaban de nueva planta pero no había un
modelo; y en ciertos momentos fueron conocidas por los idólatras.
N.B. Al principio el término “iglesia” sólo era utilizado
para designar el conjunto de fieles.
“Domuus Ecclesia”
de Dura Europos, año 232.
En este primer período, anterior a la Persecución de
Diocleciano. hubo de haber necesariamente “domus ecclesiae” en Mérida ya que
alrededor del año 249 había una comunidad conformada en diócesis, quizás la
primera de Hispania; de esta iglesia presidida por un Obispo, una “domus
ecclesiae”, se desconoce la ubicación. ¿Podría haber sido la “domus” situada en
la Basílica de Santa Eulalia, destruida a principios del siglo IV: o estaba
situada en el interior de los muros?
Siguiendo las conclusiones de Javier Arce, si de esta
iglesia doméstica no queda ningún vestigio, en el registro arqueológico sí se
encontraría una lápida incompleta de un sarcófago de su cementerio o área
cristiana: ésta nos permite ver directamente algunas creencias de la Iglesia
emeritense de aquellos momentos: la lápida, que “se lee” de izquierda a
derecha, es la imagen de un difunto llegando al Cielo.
Esta figura del Orante es una de las imágenes más
representadas en las Catacumbas de Roma y, también por estas fechas de mediados
y finales del siglo III.
La imagen se corresponde con el Banquete Celestial o
“Refrigerium” que se desarrolla, en una especie de cenáculo y en el que se
incluye la mesa en sigma usual de las casas romanas -en esta época los
cristianos usan como altar las mesas de sus hogares-; el Orante o alma del
difunto surge de un arca con dos cerraduras: es la barca y son los destinos de
las llaves de San Pedro como Papa, por tanto este arca, no es de Noé, sino la
barca pétrea y petrina, símbolo de la Iglesia Salvadora – Cf. Mateo 15,18-.
A PARTIR DEL MARTIRIO DE SANTA EULALIA.
a.
PRIMER ENTERRAMIENTO DE SANTA EULALIA.
De la época de Santa Eulalia apenas si contamos con
vestigios arqueológicos directos salvo una inscripción en la que aparece el
nombre de Calpurniano, el Gobernador que, según la Pasión de Santa Eulalia, ordenó su muerte.
Pero recientes excavaciones realizadas a la vera del
Decumano Máximo nos han puesto, muy posiblemente, ante el primer “martyrium” de
Occidente, fuera de las catacumbas de Roma; concretamente, además, el primero
de Santa Eulalia, pero no público sino clandestino.
Por “martyrium” entendía André Nicolaivich Grabar cualquier
edificio o lugar en el que hubiese constancia del paso de Cristo o estuviese
enterrado un mártir; las grandes y pequeñas basílicas desde Palestina a Mérida
se erigieron, entonces, para albergar los “martiria”.
Este Martyrium sería el Algibe, previamente desecado, de una
antigua casa romana situada en las inmediaciones de la Puerta de la Villa en la
denominada “Sala Decumanus”; se accedía a su interior a través de una
escalinata y en una de sus paredes apareció un Crismón rodeado de una corona de
Mirto; en la zona de la puerta se encontraban dos símbolos inconfundiblemente
cristianos: un Ancla y unos Panes.
El Crismón sirve para situar el uso del Aljibe en la época
inmediatamente posterior al 313; este símbolo del emperador Constantino, como
legalizador del Cristianismo, aparece por primera vez en su época tanto en
monedas como en los estandartes imperiales; incluye las dos primeras letras
griegas del nombre de Cristo en griego: las letras Ji y Ro.
El Ancla fue utilizado tempranamente por los
cristianos desde finales del siglo I y aparece originalmente en el cementerio
romano de Santa Domitila; es el símbolo cristiano de la Esperanza Celestial en
la Resurrección -Hebreos 6,19-20-.
A su vez los Panes representan el “Refrigerium” o Banquete
Celestial; mediante el alimento eucarístico el cristiano rememora la muerte
redentora de Cristo que va a librar a los hombres del pecado y que, a través de
la Resurrección, les da paso a la vida eterna -Cf. Mateo 26, 26-28-.; es decir
el alma ya se encuentra ante ella.
Pero, para terminar, consideremos la planta que cubre el
Crismón: Es el mirto o arrayán.
El mirto, en la antigüedad, era utilizado como símbolo por
todos los pueblos mediterráneos: entre los greco-romanos simbolizaba la alegría
y con él adornaban a las novias, tal como los judíos; también los romanos
usaban coronas de mirto en sus banquetes simbolizando la eterna juventud; éstos
lo asociaban con el “Locus Amoenus”, una especie de Paraíso.
El mirto es un símbolo cristiano tomado de Ezequiel 1, 10;
aquí simbolizaría al mártir en su realidad física actual como un arbolillo
oculto, escondido, inadvertido, en la profundidad del valle a la espera de su
manifestación gloriosa.
Sustituía al laurel para reconocer las victorias incruentas,
como la de los mártires, como la de Santa Eulalia.
Tras considerar que los cristianos no se reunían de forma
clandestina para celebrar la Eucaristía durante las persecuciones; o bien que
las primeras manifestaciones del Arte Cristiano son funerarias, y considerando
los símbolos como los propios del Refrigerio o Banquete Celestial, me inclino
por situar aquí la primera tumba de Santa Eulalia; por otra parte el Concilio
de Elvira prohíbe situar escenas religiosas en las iglesias..
Recreación del
interior del Algibe.
b. LA BASÍLICA MARTIRIAL DE SANTA EULALIA.
En el siglo IV, tras la Paz de Constantino, los cristianos
comienzan a erigir iglesias bastantes similares a las actuales; para ello
eligen una planta arquitectónica, la de la basílica judicial y administrativa,
lugar de reunión también para
comerciantes y clientes; era ésta una construcción sin asociación idolátrica y
que satisfacía íntegramente las necesidades de las celebraciones litúrgicas
cristianas.
La planta basilical. Amplia y bien iluminada, fue adaptada,
pues, para la edificación de los dos únicos tipos de templos generalizados en
el primer momento: de una parte la Basílica o Iglesia Eucarística, fuera de
Roma era la Iglesia Catedral; de otra parte la Basílica Martirial, o Martyria,
que en Palestina, excepcionalmente, no abrigaba ningún túmulo o tumba de mártir
sino lugares relacionados con la vida de Cristo.
Recreación ideal según sus excavadores.
En el caso de Roma su Iglesia catedral, Basílica del Salvador, luego denominada San Juan de
Letrán, se situó, pero de nueva construcción, en el interior de la ciudad -no
era un “martyrium”-; por el contrario, y también de nueva construcción, sus
iglesias martiriales, la de San Pedro del Vaticano, y, entre otras, las de San
Sebastián y de San Lorenzo, se construyeron extramuros; otras sobre las propias
entradas de las catacumbas
No obstante, Constantino dispuso en Roma la construcción de
ciertas basílicas martiriales sin ábside como la de San Sebastián extramuros.
Igualmente Constantino decidió erigir basílicas palatinas
intramuros.
Este programa arquitectónico se generalizó en toda la
geografía cristiana del Imperio Romano; por ello, las primeras iglesias
diocesanas se conformaron como único conjunto con la basílica catedral y la
basílica martirial; en el caso de Palestina las basílicas martiriales no se edificaron sobre tumbas sino sobre
lugares relacionados con la vida de Jesucristo: Basílica de la Natividad, a
excepción de la Basílica del Santo Sepulcro.
En el caso de Mérida conocemos la ubicación de su basílica
martirial “erigida a Dios en memoria de Santa Eulalia”, su mártir local, en el mismo
lugar en el que pudo ser expuesta a ser
consumida por las alimañas del campo, tras su muerte en el Foro Municipal. Planta de la Basílica Martirial de Santa Eulalia.
No era la basílica de Santa
Eulalia muy extensa ya que tenía una planta rectangular de una sola nave y a
dos aguas, de unos 13 metros de largo por 9 metros de ancho, es decir, un poco
más de 117 metros cuadrados; esta planta rectangular estaba rematada por un
ábside, abovedado, en el que se situaba el túmulus
o tumba que contenía sus restos mortales; sus excavadores también han
interpretado la existencia de un atrio al occidente: el atrio indica que fue
construida para acoger peregrinos.
Al parecer, según la estética
del momento, había una gran diferencia entre la magnificencia del interior y la
sobriedad del exterior; he aquí la descripción que de este santuario hacía
Quinto Aurelio Prudencio Clemente:
Su sepulcro está en Mérida, ciudad
esclarecida de la
Vetonia bañada por el famoso
Guadiana, que, rápido, 190
lame sus muros con aguas fértiles.
“Aquí donde el mármol pulido ilumina los grandes/ atrios con
resplandores exóticos están depositadas en tie/rra Santa las reliquias y las
cenizas sagradas de la mártir./ Los resplandecientes techos brillan siempre con
sus/antorchas de oro y el pavimiento aparece combinado de/ manera que lo
creyeras un prado en que se mezclaran/las flores y las rosas”.
c. LA IGLESIA CATEDRAL DENIMINADA
DE SANTA JERUSALÉN.
Yo quisiera ver la Iglesia Catedral emeritense -originalmente
denominada, “Santa Jerusalén”, tras una
reutilización en la Basílica Judicial situada en el Foro Municipal de Augusta
Emerita, en el espacio que resta por excavar; la reutilización de un edificio
de origen romano para Palacio Episcopal está meridianamente establecida en el
Libro de la Vida de los Santos Padres Emeritenses; acaso sirva de ejemplo.
La denominación de Santa Jerusalén viene a corresponder con
el nuevo mundo que baja del Cielo para establecer el Paraíso en la Tierra:
“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera
tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. 2 Y vi la Ciudad Santa, la nueva
Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia
ataviada para su esposo. 3 Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: “Esta
es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos
serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios. 4 Y enjugará toda
lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni
fatigas, porque el mundo viejo ha pasado-Apocalipsis 21,1-3-”.
Para finalizar el artículo consideraremos la inexistencia
llamativa de otras basílicas dedicadas a los otros Mártires emeritenses en
época romano-cristiana; salvo la basílica martirial de Santa Eulalia en la
Mérida romano-cristiana, parece ser, que no hubo ninguna otra basílica ni
individual ni conjunta, incluso, ni de ¡Santa Julia
Quizá Quinto Aurelio Clemente tenía razón y en Mérida sólo
hubo un mártir: Santa Eulalia.
En la ciudad de Mérida a 22 de febrero de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario