A don Antonio Bellido
Almeida, Rector de la Basílica de Santa Eulalia en su último año de
Parroquiado.
Estado actual
del Martyrium o Basílica Martirial de Santa Eulalia actualmente con la
denominación oficial de “Basílica Menor” por privilegio de S.S. Francisco.
Tras la subrepticia recogida
del cadáver de Santa Eulalia por manos anónimas de cristianos emeritenses, su
cadáver ha sido ocultado en un lugar inimaginable.
Aunque los cristianos ya no tienen
desconsuelo por ser triturados entre los dientes de las bestias o reducidos a
cenizas por el fuego, la Iglesia también les garantiza la Resurrección en
ausencia de los huesos, continúa la piadosa costumbre de procurar a toda costa
su enterramiento.
Por ello no les importa
afrontar los más grandes peligros ni realizar los gastos más onerosos como ha
sucedido en la recuperación del cadáver de Santa Eulalia.
Una vez los restos en su
poder las mujeres han lavado estos, ahora sagrados despojos, y besándolos y
abrazándolos con amorosa piedad los han cubierto con los perfumes más
suntuosos; por último los han envuelto en una dalmática de oro y púrpura.
Para ellos y ellas los
restos martiriales tienen la alta consideración de Reliquia y creen firmemente
que son, a decir verdad, un eslabón benefactor entre los creyentes y el propio
Dios, al haberse Éste manifestado a su través durante el Martirio.
Los buenos momentos, los de la Paz
definitiva, sucederán a partir del año 313 de nuestra era; entonces el
Emperador Constantino decreta un Edicto de Tolerancia religiosa y de
Restitución de los Bienes Confiscados a los cristianos.
Y es en este momento cuando
es dado a conocer a los cristianos emeritenses que los restos mortales de la
Virgen y Mártir Eulalia fueron ocultados en el interior de la ciudad, tras
sobornar a los soldados que custodiaban su cuerpo sobre el ecúleo o cruz para
que se pudriese y, mientras tanto, alimentase a las alimañas.
Los responsables de este soborno habían
decidido que el lugar más seguro era el menos esperado y lógico: el interior de
la ciudad. Las leyes romanas prohibían bajo gravísima pena enterrar difuntos en
el interior de la ciudad.
Uno de ellos, apenas
significado como cristiano, propuso
utilizar como lugar de enterramiento clandestino su propia casa; para ello
desecó la cisterna de las aguas llovedizas, lugar que nunca levantaría
sospechas.
Y la entrada en la ciudad
sería fácil por una puerta, entonces, secundaria, la que en el futuro dará a la
Calle Santa Eulalia, y que, mucho antes, en época visigoda, pasará a ser la
puerta y calle principal de la ciudad; será en la época en que el Cristianismo
ya impere como Religión Oficial y se constuya un nuevo Martyrium o Basílica
Martirial más amplia y acoja holgadamente a los peregrinos africanos, hispanos
y galos.
Los cristianos de Mérida han decidido, ya a mediados del siglo
IV, erigir un nuevo sepulcro para los restos de Eulalia, buscando un lugar
alejado de las necrópolis idolátricas en donde situar el Cementerio del que su
túmulo o tumba será el núcleo inicial; entonces era ya costumbre arraigada de
los cristianos enterrarse alejados de los idolátricos y de sus necrópolis.
Recreación del
primer Martyrium o primera Basílica Martirial que, en su momento inicial estaba
rodeado de enterramientos similares.
Para cubrir el sarcófago de Eulalia los cristianos emeritenses
erigen una pequeña iglesia o basílica martirial dedicada a Dios “in memoriam”
de Santa Eulalia.
Restos del
Martyrium o Basílica martirial de Santa Eulalia.
En estos
momentos el emperador Constantino está construyendo una basílica aún más grande
y grandiosa sobre la tumba de San Pedro.
En la
construcción del “Martyrium” o Basílica Martirial los cristianos emeritenses
han tomado un lugar situado en las afueras de Augusta Emérita, lugar próximo al
río Barraeca: la razón es bien sencilla: es el lugar en donde el cuerpo
Eulalia, tras su muerte en el Foro Municipal,
fue expuesta para su pudrición y ser pasto de los animales, colgada en
el ecúleo.
Además, cerca
de este lugar no hay tumbas idolátricas ya que aquí no hay calzadas próximas.
El Obispo Liberio
ha recibido la visita de unos legados pontificios que le comunican las reglas
teológicas de construcción a las que habrán de atenerse fielmente los artesanos
que intervienen -la jerarquía romana es muy estricta en el uso de los símbolos
y, al parecer, han existido problemas entre los arquitectos y las autoridades
cristianas que pretenden dirigir la obra religiosamente “punto por punto”-.
Estas instrucciones
cabales se les comunicarán, sin más explicaciones, a los artesanos locales del
mármol, de los mosaicos y de la
albañilería, no todos cristianos. En los títulos o contratos se le han
especificado a los maestros hasta los más mínimos detalles; al musivario Dexter, además, se le ha
recordado que debe controlar la perfección de todos los mosaicos aportando sus
mejores trabajadores y sus propias manos; además no podrá firmar la obra y en
su lugar escribirá “ecclesia fratum” es decir, “obra erigida por la asamblea de
los hermanos de Santa Eulalia”; no obstante, Dexter situará su firma en forma
de “graffiti” en el altar.
Dexter ha
encargado una rica y lujosa colección de materiales a sus tesselarius (cobrarán
65 denarios por día); son teselas de entre 9 y 12 mm3.; sus variedades son
blanco y negro de origen calizo, rojo claro y rojo vinoso, amarillo de cuarcita
y verde; también dispone de cuarcitas procedentes de los alrededores de Augusta
Emerita y de Borba-Estremoz junto con teselas de pasta vítrea para matizar los
detalles.
Estos
materiales transforman el suelo del ábside en un prado cuajado de rosas que se
arrebolan con las tonalidades de mil flores según el diseño que el Obispo
Liberio le ha entregado a los musivarii (éstos cobrarán 75 denarios).
En el centro de
los varios mosaicos que rodean el sarcófago de Eulalia se repite como figura
animada una paloma con una rama de
olivo.
Los mosaicos
serán trazados según el gusto de la antigüedad romana clásica siendo notables
por la variedad y la elegancia de sus compartimientos y de sus entrelazados.
Esta
es la primer basílica martirial de las Hispanias, entonces denominada martyrium; pero también se va a dar la circunstancia que
será edificada como la primera iglesia de las Hispanias; a su vez en ella será
introducido, por vez primera en las Hispanias, el altar fijo sobre el túmulo o
tumba.
Como quiera que la comunidad cristiana es aún pequeña
-Augusta Emerita está fuertemente paganizada y aún existe miedo a una
involución- el templo que se alza es una pequeña necrópolis que alberga el
sarcófago de Eulalia y en donde es posible la asamblea de los aún escasos
fieles, unos setenta u ochenta, que celebrarán en su interior el Dies Natalis o
del Natalacio Celestial que es la conmemoración del martirio, el 12 de febrero,
y que posteriormente será trasladado al día 10 de diciembre.
Maqueta de los
restos del martyrium o basílica de Santa Eulalia junto con los de la segunda
basílica.
La
iglesia o basílica, erigida “en memoria”, es decir, “como recuerdo” de Eulalia,
tal cual han indicado los legados pontificios, tiene forma de barco; en sus
partes este y oeste se han levantado dos atrios con mármoles procedentes de
Borba-Estremoz; el del oeste está dotado de cuatro pórticos que separan el
templo de los ruidos del exterior; en el centro de su área o patio se ha
construido una fuente; los “penitentes de primera clase” apoyándose en los
canceles bajos que cierran los intercolumnios de los pórticos, contemplan el
juego de las aguas; a ellas se acercan
para “lavarse no sólo el rostro, también sus pecados”-es una construcción que,
posteriormente sería sustituida por la pila del agua bendita-; sus hermanos que
“han cometido crímenes mortales” o pecados graves deben permanecer sólo en el
patio del atrio.
Para
ambos, como penitentes, es el “narthecio”; también para los peregrinos a su
llegada.
El
“area” del “atrium” recibe la denominación de “ortus” o “pomarium” porque está
formado por un jardín en el que se han plantado los tres árboles simbólicos del
Paraíso.
En
un futuro lejano, por estos árboles, alguien interpretará que la tumba de Santa
Eulalia se encontraba al descubierto, a la intemperie, bajo las agresivas inclemencias del tiempo emeritense…
Es
el atrio o patio el símbolo del Paraíso Terrenal en contraposición con la Basílica que simboliza el Paraíso
Celestial.
Esta primera
Basílica de Santa Eulalia se compone de una sola nave más el ábside o ecclesiae absis.
Su primera
piedra, cúbica, fue colocada el día 21 de marzo tras comprobar el punto que
señalaba el nacimiento del Sol y el lugar del Paraíso.
No todos pueden
entrar en el interior y participar de los misterios; los catecúmenos, los
“energúmenos”, los judíos, los penitentes y los paganos han de permanecer en el
nartecio y sólo podrán escuchar los himnos y la prédica del obispo que,
ocasionalmente, delega en algún presbítero.
El “aula” o
“naos”, con cubierta a dos aguas, se divide en dos zonas; en la de atrás,
llamada “matronaeum” o “pars mulierem” se congregan las mujeres y en la
anterior o “andrón” los hombres.
En el
“matronaeum” también se sitúan los niños y las niñas; éstos de Emerita serán los
primeros en el orbe cristiano en participar activamente de la liturgia con
motivo del Dies Natalis o conmemoración de su Martirio.
Los
niños emeritenses serían, al parecer, los primeros en formar parte de la
Liturgia en todo el orbe cristiano a través de las conmemoraciones de los días
martiriales de Santa Eulalia.
A continuación
de la “naos” se encuentra el ábside o “bema”; simboliza el Cielo, la morada de
Dios; y bajo su altar los cristianos veían las almas de los mártires; por eso
en este martyrium o basílica
martirial van a situar el túmulo de santa Eulalia bajo el ábside.
En
el centro, martyrium o basílica martirial de Santa Eulalia, a los lados futura
ampliación.
Sin duda, este
conjunto de la nave que avanza hacia puerto seguro -el Paraíso o Ábside- forma
uno de los símbolos más impresionantes y
bellos de la nueva Religión; sintetiza toda la experiencia vital del cristiano
que considera la tumba como un puerto no en concepto de que fuese un lugar de
reposo para el cuerpo, sino porque el alma, agitada hasta allí por las
inconstantes olas de esta vida mortal, encuentran en el sepulcro el término de
sus vicisitudes y su entrada en la ciudad eterna, la Jerusalén celeste -pero la
Disciplina del Secreto, aún vigente, no permite que todos los cristianos y
arquitectos conozcan el alcance de estas disposiciones y simbologías-.
La “naos” y el
“bema” o ábside están separados por la “solea” y rodeado de un “peribolo” o
cancel; en su parte central hay una puerta; delante de esta puerta se
encuentran los ambones o púlpitos, al
norte el de la Epístola, al sur el del Evangelio.
La “solea” o
coro es la primera parte del “bema”; está destinada a los subdiáconos y
clérigos menores que cantan los salmos; a sus lados se encuentra el
“secretarium”, luego llamado “sacristía”(en el “secretarium” denominado
“diaconicum” los diáconos guardan los utensilios sagrados y en el
“gazophylacium” se depositan las ofrendas que llevan los fieles).
A continuación
de la “solea” se encuentra el “bema” propiamente dicho, rodeado por una verja
metálica a la que se accede por una puerta; es
este el santuario en que se celebra el sacrificio de la Eucaristía;
generalmente se encuentra cerrado por cortinas.
El “bema”,
santuario o presbiterio tiene forma semicircular que recibe, por su techumbre,
la denominació de “concha”. A su alrededor se encuentran los asientos de los
diáconos; al fondo en un plano elevado se sitúa la “cátedra” del Obispo; desde
este lugar puede ver y ser visto; desde aquí pronuncia las homilías.
En el centro del
ábside se encuentra un cimborrio coronado por una cruz y rodeado por
candelabros situados en el suelo e incensarios y una pequeña piscina en la que
el oficiante lava sus manos y los vasos sagrados; sobre él se observan
numerosas lámparas suspendidas de la
bóveda, como si de un cielo estrellado se tratase; bajo el cimborio se halla el
sepulcro de Eulalia; es un altar con forma de sarcófago cuadrangular, levantado
sobre el nivel del suelo.
El altar, para
evitar que el polvo ensucie las reliquias, está cubierto por un lienzo de lino,
en ocasiones de un rico tapiz; ambos se denominan “circitorium”.
Sobre el altar
se colocan guirnaldas y coronas de flores naturales porque los cristianos
pretenden mantener la sensación de una primavera perpetua en el templo terrestre
de Dios erigido a sus testigos; en realidad los cristianos de ahora consideran
que las Tumbas de los Mártires son escaleras hacia el Paraíso Celestial; de
aquí que los mosaicos que rodean el sepulcro de Eulalia representen un jardín
delicioso que expresa la gloria de que disfruta en el Cielo.
La idea de que
el Ábside representa el Paraíso Celestial lo confirma su mosaico; en él aparece
Jesucristo rodeado de sus Apóstoles; en la parte inferior del mosaico se ven
los edificios de la Jerusalén Celeste.
El
sarcófago de Eulalia es de mármol y ha
sido construido en Roma; en él los escultores han trabajado con pasión
artística y eficacia técnica.
En
su costado izquierdo han representado a dos ciervos bebiendo de un “cantharus”
que aquí sustituye al agua de los ríos paradisíacos; los dos ciervos
simbolizan a los cristianos que beben el
“agua” bautismal o de la regeneración; sobre el “cantharus” se encuentra la
figura de un cordero, símbolo de Jesucristo, dispensador del “agua de vida”.
En
el costado derecho se ve una imagen que aparece repetida en las escenas
martiriales; es Daniel entre los leones, sumisos en su presencia; representa este artificio escénico la
indiferencia del alma frente a los peligros del mundo que nada pueden contra
ella.
Los artistas han dudado si en vez de Daniel hubiese
convenido esculpir la figura de Noé saliendo del arca o los tres hermanos Azarias, Misael y Ananias saliendo indemnes del horno
de Nabucodonosor; pero han creído que la representación del horno puede dar
lugar a que el futuro se interprete mal el suplicio de las teas o de las
antorchas que ha sufrido Eulalia en el Foro.
Y, es que a los romanos de este tiempo no nos gustan
los hornos dentro de la ciudad que, además, por pura higiene, están prohibidos.
En su lateral posterior situado frente a la cátedra
del obispo vemos en su zona central al “Buen Pastor”, Jesucristo, que lleva una
especial “oveja” sobre sus hombros: Eulalia. A sus lados, separados en grupos
por columnas recubiertas de pámpanos, se representa a Jesucristo rodeado de una
multitud de fieles que escuchan sus palabras; a su lado los artistas han
representado una escena de banquete que simboliza la plenitud del Paraíso
Celestial.
En el lateral del sarcófago que da el frente a los
fieles los artistas romanos han esculpido en bajorrelieve una de las escenas de
su martirio (ha pasado el tiempo en que se evitaban las escenas martiriales, por pudor);
suspendida Eulalia en la cruz dos torturadores o carnífices le aplican el
suplicio asesino de las teas a sus costados mientras que sobre la cruz se eleva
hacia los cielos su alma en forma de nívea
paloma.
El alma de Eulalia, en forma de nívea
paloma, marcha hacia Dios.
El mensaje de este símbolo es el mismo mensaje que
contiene su sencillo epitafio: “EVLALIA IT AD
DEVM”, es decir: “EULALIA, SE FUE CON DIOS”.
Publicado en revista EULALIA, nº 20, de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia, 2015.
Publicado en revista EULALIA, nº 20, de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia, 2015.
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