Antonio Mateos Martín de Rodrigo.
A D. Manuel Fabris, Pievano de la Iglesia
Matriz de Santa Eulalia de Mérida en
Sant´ Eulalia di Borso del Grappa, Italia, que celebra el primer “Jubileo
eulaliense" en la primera iglesia
erigida fuera de Hispania en el 1400 aniversario de su edificación.
A D. David Martínez, párroco de la antigua
catedral/prioral de Ntra. Sra de la Granada de Llerena, que también celebra su
“Jubileo Mariano Granadiense”.
A D. Antonio Bellido Almeida, párroco de la
Basílica de Santa Eulalia de Mérida, en el año de su jubilación cuya iglesia
celebra anualmente y “ad perpetuum” su propio Jubileo como “Basilica Menor”.
ANTECEDENTES HEBREOS DE LOS AÑOS JUBILARES CRISTIANOS.
LA SEMANA DE SIETE DÍAS.
Pero tú todo lo dispusiste con medida, número y peso (Sabiduría 11, 20).
El número 7 (6+1) dentro de la Liturgia y Teología hebraica es uno de los de mayor uso, importancia y trascendencia al constituir tanto su base numeral tanto real como simbólica.
Y todo porque
Yavé “había creado el mundo en seis días
y al séptimo descansó” (Génesis 1, 1- 31).
En memoria y
seguimiento de esta creencia se estableció entre los judíos la Semana Laboral y
Religiosa que ha tenido su continuidad entre los cristianos que sólo cambiaron
el Sábado por el Domingo al tener éste por el día de la Resurrección de Cristo
(Mateo 28, 1-6).
Es pues, el Número 7 (6+1) el numeral base de la Teología y
de la Liturgia Hebraicas así como de las actividades sociales y económicas, el
cual, como sus múltiplos, subyace en numerosos y diversos episodios tanto del
Antiguo como del Nuevo Testamentos.
EL AÑO SABÁTICO.
A una escala de
tiempo un poco mayor, y análogo al de la Creación, había entre los hebreos otra
Semana o Ciclo sabático intermedio, también de proclamación divina (Ex., 23,
10-12) a celebrar cada siete años, pero que no tenía más finalidad que la de
ser un año de descanso para la actividad agrícola y el ejercicio de la
caridad con los extranjeros(Lev. 25, 3-7).); por razones obvias este año
sabático no podía incluir al ganado y a sus pastores. Consecuentemente en este
Año sabático se imitaba de forma más prolongada, el descanso de Dios.
EL AÑO JUBILAR HEBREO.
El tercer Ciclo Sabático, basado en el número 7, era el Año
Jubilar hebreo propiamente dicho, y es en el que se inspiran directamente los
años jubilares católicos y ortodoxos ,ya que su fin es, además, el del Perdón de los Pecados o deudas para con Dios, es decir la Reconciliación.
Así, el Año Jubilar cristiano tiene su origen en una de las
celebraciones litúrgicas principales del pueblo hebreo bíblico que se celebraba
cada ciclo temporal finalizado de 49 años (7x7+1), es decir, cada cincuenta(Lev
25, 8).
A la postre, se convierte el 50 en el Número de Oro de la
Teología y Liturgia judeo-cristiana (Cf. Mateo 18, 22).
El Jubileo o Año Santo hebreo habría sido establecido por
Yavé en el Monte Sinaí antes de la llegada a la Tierra Prometida (Lev. 25, 2).
La denominación de “Jubileo” procede del vocablo “yobel” que significa “carnero” ya que se anunciaba a través de los
sonidos del cuerno de este animal (Lev. 25, 9).
Pero en el
Cristianismo, al hacer la traducción al latín, San Jerónimo introdujo la
consecuente significación de “júbilo”, por homofonía entre la palabra semita y
su correspondiente latina: “iubilum”, grito de alegría de los pastores romanos;
no obstante, la idea de tiempo de remisión y reconciliación no ha perdido su valor ya que es su
función fundamental, al tiempo que proporcionar la alegría por el perdón.
Este año Cincuenta o
Año Santo o Jubilar era una Fiesta de suma importancia y gran trascendencia
social según el Levítico; era la Gran Semana de las Semanas judías, de forma que
era la semana normal elevada al cuadrado (7x7 días +1), es decir, un Ciclo
Sagrado de mayor consideración que los Ciclos de la Semana de Siete Días o del
Año Sabático.
De aquí que el año
50 pasaba a ser como el sábado de la semana normal y del Año Sabático; es
decir, un año de descanso para las labores agrícolas.
El Año Cincuenta o
del Jubileo era un tiempo Santo que no sólo afectaba a la recuperación de la
propiedad agraria endeuda, también a la libertad de los siervos de origen
israelita que hubiesen caído en la servidumbre o esclavitud entre sus propios
hermanos por causas económicas (Le. 25, 10); y en esta consideración se basa
directamente el Jubileo cristiano.
El Año del Jubileo tenía como fin la recuperación
de la condición de hombre libre para el hebreo caído en desgracia económica y
social.
Así, el acreedor perdonaba las deudas a los deudores, los
cuales recobraban la libertad o las propiedades tal como el hombre pecador
respecto de Dios.
A continuación veremos su correlato con los Jubileos
Cristianos.
EL PRIMER JUBILEO CRISTIANO, LA VIDA DE CRISTO.
Los números de la vida de los hombres son tras la expulsión
del Paraíso 120 años (Gén. 6, 1-3); después del Diluvio estas expectativas de
vida bajarían hasta los 70-80 años (Salmo 90,10), es decir, 50 años respecto al período anterior en el peor de los casos.
Según la Numerología Cristiana el valor de los años y de los
días sería relativo para Dios; así, San Pedro establece su valor simbólico
frente al real de días y años: Mas
una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años
y, mil años, como un día (II Pablo, 3, 8).
Con esta cita
espero hacer llegar a mejor comprensión esta interpretación de la Vida de
Jesucristo como Jubileo subyacente en su tiempo biográfico o evangélico y
expresado por Él mismo y conforme a la tradición profética hebraica.
En el Cristianismo el Jubileo encuentra su primera expresión al inicio
del ministerio público de Jesús de Nazaret, con el anuncio del cumplimiento
del año de gracia del Señor, tal como lo expresaba el Libro de
Isaías (61,1-2).
Claro es que ahora no se trata de la liberación por razones económicas
sino para la remisión de los pecados, originada por la promesa paradisíaca (Gén.
3, 15).
La proclamación de
la Vida de Cristo como Jubileo se describe en el Evangelio de San Lucas (4,
17-21).
Ahora bien, si el Jubileo hebreo sólo estaba destinado
para los judíos, Cristo lo universaliza a todos los seres humanos (Romanos 10,
12).
Por ello, si la Vida de Jesucristo es, pues, un Jubileo, el Jubileo por Excelencia,
habremos de encontrar el número o la cifra simbólica 50 en ella.
En principio sumaremos sus treinta
años de Vida Oculta, sus tres años de Predicación más su Semana de Pasión y
permanencia en los infiernos(Hechos, 2, 30-32) con lo que obtendremos la cifra
de 40.
Pero sólo
hemos obtenido la cifra asociada a los Períodos de Purificación de “cuarenta
Días o cuarenta Años”: los cuarenta días y cuarenta noches purificadoras del
Diluvio (Gén. 7, 17), los cuarenta años de permanencia penitencial del Pueblo
Judío en el Sinaí (Éxodo 16, 35), los cuarenta días de ayuno de Jesús en el
Desierto (Mateo 4,2), los cuarenta días de la Cuaresma católica, etc.
Faltan, pues,
9 días para completar la cifra sagrada del sagrado número 50.
Estos días
que faltan los proporciona directa y, exclusivamente, el Evangelio de San Juan.
a. El Primer
día porque Cristo resucita el primer día de la semana judía, es decir el
Domingo (Marco 16, 9), presentándose a María Magdalena a quien le anuncia que
ha de subir ante el Padre y que de la Buena Nueva a los apóstoles (Juan 20, 27)
a quienes se presenta a la caída de la tarde (Juan 20, 19 y ss.).
b. y los Ocho
Días restantes ya que el propio Juan sitúa la segunda visita de Jesús a los
Apóstoles tras el Domingo de Resurrección , ocho
días después (Juan 20, 26).
Y para que no
haya duda de que se trata de un Nuevo Jubileo, y en una escala muy superior; es
decir, para la remisión de los pecados para con Dios, todos los Evangelistas lo
proclaman (Mateo 18, 28, Marcos 16, 15-20. Lucas, 24, 44-49)
En ese
Quincuagésimo -“día” o “año” y/o viceversa- de su Vida Terrenal Cristo lleva a
cabo su Ascensión a los Cielos dando por finalizada su presencia visible en la
Tierra:
Porque Dios no ha
enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se
salve por él (Juan 3, 17).
En
la ciudad de Mérida a 27 de febrero de 2016.
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