podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

jueves, diciembre 17, 2015

DEL 12 DE FEBRERO, FECHA REAL DEL MARTIRIO DE SANTA EULALIA DE MÉRIDA; LA CREACIÓN DE LA CUARESMA CAUSA DE SU TRASLADO AL 10 DE DICIEMBRE.

EL 12 DE FEBRERO SE CELEBRÓ LA FIESTA DE SANTA EULALIA TAMBIÉN SEGÚN  EL PRIMER MARTIROLOGIO OFICIAL DE LA IGLESIA: EL JEROMINIANO EN SU VERSIÓN ECHTERNACH.

Antonio Mateos Martín de Rodrigo.


Los investigadores de los calendarios cristianos y sus martirologios recogen que Santa Eulalia de Mérida también era celebrada el 12 de febrero. Estos investigadores, entre otros, son Henri Moretus[1], Henri Leclercq[2], Henri Quentin[3], Carmen García Rodríguez[4] y Alejandro Recio Veganzones[5].

Por ellos sabemos que uno de los primeros martirologios de la Iglesia, el denominado “Jeromininiano” en su versión más antigua, la de Echternach[6], recoge la fiesta de Santa Eulalia no sólo el día 10 de diciembre; también los días 11 y 12 de diciembre; además los días 10 de marzo y, especialmente, el 12 de febrero




En el primer Martirologio y en su copia más antigua Santa Eulalia, sin ubicación en Barcelona o en Mérida, aparece citada entre los mártires celebrados el 12 de febrero.

En palabras de Carmen García Rodríguez hay pues “una Santa Eulalia el 12 de febrero que, más que indicación de la fiesta de una santa barcelonesa... sería una errónea repetición de la segunda mención de la de Mérida el 12 de diciembre[9]”.

Las interpretaciones “lógicas” de  los investigadores citados, como las de Carmen García, no aciertan con la explicación más sencilla de tanta repetición; todos las consideran problemas de redacción por parte de los compiladores; no obstante, estas repeticiones tienen su propia regla de estructuración y recogen varios tanteos antes de fijar la fecha definitiva en el 10 de diciembre.

LA CREACIÓN DE LA CUARESMA, CAUSA DE LA TRASLACIÓN  DE LA FECHA DE CONMEMORACIÓN DEL MARTIRIO DE SANTA EULALIA AL 10 DE DICIEMBRE A PARTIR DE MEDIADOS DEL SIGLO V.

Decía el Arcipreste de Hita, no sin poca perspicacia ni mucho buen humor, que en sus días del siglo XIV “la quaresma puso por todo el mundo miedo e grand espanto[10]”. En el caso que nos ocupa, recuperando la seriedad requerida, la Cuaresma debió de producir a mediados del siglo V la mayor de las desazones, especialmente entre los devotos eulalienses radicados en Augusta Emerita y en Lusitania: la creación de la Cuaresma por la Iglesia Latina suponía el cambio no menos traumático de la fecha real de su martirio; y éste, atestiguado por una tradición que había alcanzado su primer centenario y era celebrado en Augusta Emerita con gran solemnidad, congregaba a numerosos peregrinos.

A finales de diciembre de 2003, otro investigador francés, el siempre preclaro abate Martigny volvía a ofrecernos la oportuna primera explicación:

...en todas las iglesias tanto orientales como occidentales, adoptaron la costumbre de no celebrar fiestas de santos los días de ayuno. Por esta razón -concluía- los Padres de Laodicea dispusieron (Canon. XXXI) que no convenía “solemnizar los natalicios de los mártires en Cuaresma, debiendo hacerse las conmemoraciones de los santos mártires los sábados y los domingos[11]”.

La celebración de Santa Eulalia el día 12 de febrero tenía, pues, el inconveniente laodiceano, pero al no ser éste concilio universal sino sólo sínodo de Siria no afectó en un principio a Augusta Emerita.

Por esta razón los emeritenses en época de Clemente Aurelio Prudencio conmemoraban, como él mismo indica[12], el “dies natalis” coincidiendo con la fecha real en que Santa Eulalia fue martirizada el 12 de febrero.

La situación cambió a mediados del siglo V;  el 12 de febrero caía en el nuevo período creado por la Iglesia Latina a principios del mismo siglo para la preparación de la “Semana Santa”: el de la Cuaresma; era éste un rito extremado respecto de lo dispuesto por el Sínodo de Laodicea: no admitía la traslación de las festividades martiriales a los sábados y los domingos.

Las diversas dataciones de los “dies natalis” observados por los investigadores de este martirologio sólo obedecen a los diverso intentos de acomodar las nuevas fechas de los “dies natalis”  a los mejores momentos del año o del mes o, incluso, de la semana hasta, en el caso de santa Eulalia, fijar como no movible el día 10 de diciembre .

La compilación del Calendario Jerominiano, según Carmen García Rodríguez que se basa en Duchesne, “ se hizo a mediados del siglo V en la Alta Italia (Milán-Aquilea)[13]” es decir en la misma época en que comenzó a imponerse la Cuaresma.

Éste, al recoger celebraciones repetidas de “dies natalis” durante el período cuaresmal y fuera de él evidencia ser contemporáneo de la implantación de la Cuaresma como tiempo impropio para las celebraciones martiriales.

De cualquier manera Mario Righetti y Cornelio Urtasun Irisarri, expertos en liturgia, nos sitúan ante la Cuaresma como la explicación suficiente y definitiva del definitivo cambio de fechas en la conmemoración del martirio de Santa Eulalia de Mérida.

A partir del siglo IV la Iglesia latina comenzó a implantar, a imitación de los ritos purificadores judíos sancionados por Jesucristo (Mateo, 4), un período denominado Cuaresma -por los cuarenta días de su duración-.

Pero la implantación de la Cuaresma según la normativa de la Iglesia Latina llevó consigo la radical traslación de las festividades de los mártires fuera de este período según Righetti y Urtasun a mediados del siglo V;  ellos se basan en el “calendario romano”[14].

Las alteraciones de fechas no sólo afectaron a las conmemoraciones de los mártires; posteriormente también le afectó a una conmemoración tan significativa como la de la Anunciación: “en el año 656 el II Concilio de Toledo -escriben Righetti y Urtasun- rechazó la celebración de la Anunciación (25 de Marzo) porque habría caído siempre en Cuaresma y la situó también en este período del Adviento[15]”.

Ante tamaña revolución la Iglesia le concedió a Santa Eulalia una fecha de suma preeminencia.
La dedicación del mes de diciembre y de su décimo día para su nuevo “dies natalis” también tenía una primera y muy significativa lectura que nos da la verdadera medida de la magnificencia de Santa Eulalia en aquella época: ella, como ser humano, comenzó a inaugurar, generalmente, el Año Eclesiástico o Litúrgico de la Iglesia.
En efecto el Adviento comienza el domingo más cercano al 30 de noviembre (día de San Andrés, Apóstol) y puede situarse entre el 27 de noviembre y el tres de diciembre (posiblemente el año del cambio fue aquel en que el día 3 de diciembre fue domingo)[16].

Todo lo cual nos lleva a reafirmar la idea extendida entre los expertos de que los barceloneses sólo barcelonizaron a una Eulalia emeritense a la que rendían culto en su ciudad como en todo el Occidente Europeo y el Norte de África a través de alguna reliquia...




[1] “ N´est pas indiqué dans l´Historia plurimorum sanctorum que la fète de´Eulalie de Mérida est celebrè tantôt en fèvrier, tantôt en décembre.” y en nota a pie de página escribe: “On y lit, après le resume de la Pasión M, qu´Eulalie de Mérida fut martyrisée d´après les uns le 12 fèvrier, les , d´après d´autres au 10 décembre: Passa vero legitur pridie ydus februari tempore Maximiani imperatoris, in Emerita urbe Hispaniae, ubi corpus eius requiescit. Alibi habetur quarto ydus decembris. Historie plurimorum sanctorum noviter et laboriose ex diversis libris in unum collecte(Coloniae, 1483, fol 249).p.107.
[2]  col. 723, Tomo V, 1ª parte.
[3] Para Quentin el 12 de febrero sólo lo indicaría para Santa Eulalia de Barcelona el Martirologio de Lion “ a través de de una simple mención”..p.164. Más información sobre las investigaciones de Quentin en Leclercq columna 723, Tomo V, 1ª parte.
[4] “El Martirologio Hierominiano da interesantes indicaciones. Además de una mención del 30 de marzo de origen desconocido para Delahaye, el nombre de santa Eulalia aparece el 10, 11, 12 de diciembre y 12 de febrero. De todas estas menciones se ve que la original es la del 10 de diciembre atestiguada por todas las demás fuentes: allí está la indicación topográfica completa: “ in spanis civitati almeri(sic) sanctae Eulaliae virginis  et martiris”.. p.294.
[5]  “el de nuestra santa se repite tres veces:10,11 y 12 de diciembre-; o lo que es peor, duplicando, como en nuestro caso, el 12 de febrero, pero con un tinte histórico local en Barcelona, p el 30 de marzo, elencando una “Eulaliae virginis”, como se verá”.p.87, 1993.
[6] Leclercq, col. 723, Tomo V, 1ª parte.
[7] p.108.
[8] Colmna 723.Tomo V, 1º parte.
[9] p.84.
[10] 1067 .DE LA PELEA QUE OVO DON CARNAL CON LA QUARESMA.p.176.
[11] pp. 78 y 79.
[12] ver Mateos Martín de Rodrigo, Antonio el artículo “LOCALIZACIÓN DE LA VILLA PRONTIANO, BASE PARA LA REVISIÓN DE LA FECHA DEL MARTIRIO DE SANTA EULALIA Y DEL ORIGEN EMERITENSE DE LA EULALIA BARCELONESA”.
[13] p.81.
[14] “ El recogimiento recomendado por la Iglesia a los fieles como condición para alcanzar, a través de los ejercicios de penitencia, una eficaz renovación de la vida, llevaba naturalmente a excluir cualquier fiesta, en cuanto ponía una nota de alegría, incompatible con la austeridad del tiempo. He aquí por qué ya desde el principio (de la implantación de la Cuaresma) cualquier fiesta de los santos fué en principio descartada del período cuaresmal. El calendario romano en el siglo V, en el período que va del 4 de febrero al 25 de abril, límites extremos de la Cuaresma, contaba cuatro fiestas de santos, y dos solamente después de la reforma gregoriana, Santa Águeda y San Valentín”.
[15] p.762.
[16] “El año litúrgico o eclesiástico, empieza el domingo más cercano al 30 de noviembre y puede caer del 27  de noviembre al 3 de diciembre.. Este domingo es el primero de Adviento y le siguen otros tres.
p.56. Luis Ribera..

lunes, diciembre 14, 2015

RECONSTRUCCIÓN IDEAL DEL MARTYRIUM O BASÍLICA PARA EL TÚMULO O TUMBA DE SANTA EULALIA. (Con algunas notas para que en el futuro no se malinterprete esta construcción). Antonio Mateos Martín de Rodrigo



A don Antonio Bellido Almeida, Rector de la Basílica de Santa Eulalia en su último año de Parroquiado.


Estado actual del Martyrium o Basílica Martirial de Santa Eulalia actualmente con la denominación oficial de “Basílica Menor” por privilegio de S.S. Francisco.

Tras la subrepticia recogida del cadáver de Santa Eulalia por manos anónimas de cristianos emeritenses, su cadáver ha sido ocultado en un lugar inimaginable.
        
         Aunque los cristianos ya no tienen desconsuelo por ser triturados entre los dientes de las bestias o reducidos a cenizas por el fuego, la Iglesia también les garantiza la Resurrección en ausencia de los huesos, continúa la piadosa costumbre de procurar a toda costa su enterramiento.

Por ello no les importa afrontar los más grandes peligros ni realizar los gastos más onerosos como ha sucedido en la recuperación del cadáver de Santa Eulalia.

Una vez los restos en su poder las mujeres han lavado estos, ahora sagrados despojos, y besándolos y abrazándolos con amorosa piedad los han cubierto con los perfumes más suntuosos; por último los han envuelto en una dalmática de oro y púrpura.

Para ellos y ellas los restos martiriales tienen la alta consideración de Reliquia y creen firmemente que son, a decir verdad, un eslabón benefactor entre los creyentes y el propio Dios, al haberse Éste manifestado a su través durante el Martirio.
        
         Los buenos momentos, los de la Paz definitiva, sucederán a partir del año 313 de nuestra era; entonces el Emperador Constantino decreta un Edicto de Tolerancia religiosa y de Restitución de los Bienes Confiscados a los cristianos.

Y es en este momento cuando es dado a conocer a los cristianos emeritenses que los restos mortales de la Virgen y Mártir Eulalia fueron ocultados en el interior de la ciudad, tras sobornar a los soldados que custodiaban su cuerpo sobre el ecúleo o cruz para que se pudriese y, mientras tanto, alimentase a las alimañas.
        
         Los responsables de este soborno habían decidido que el lugar más seguro era el menos esperado y lógico: el interior de la ciudad. Las leyes romanas prohibían bajo gravísima pena enterrar difuntos en el interior de la ciudad. 

Uno de ellos, apenas significado como cristiano,  propuso utilizar como lugar de enterramiento clandestino su propia casa; para ello desecó la cisterna de las aguas llovedizas, lugar que nunca levantaría sospechas.

Y la entrada en la ciudad sería fácil por una puerta, entonces, secundaria, la que en el futuro dará a la Calle Santa Eulalia, y que, mucho antes, en época visigoda, pasará a ser la puerta y calle principal de la ciudad; será en la época en que el Cristianismo ya impere como Religión Oficial y se constuya un nuevo Martyrium o Basílica Martirial más amplia y acoja holgadamente a los peregrinos africanos, hispanos y galos.

         Los cristianos de Mérida han decidido, ya a mediados del siglo IV, erigir un nuevo sepulcro para los restos de Eulalia, buscando un lugar alejado de las necrópolis idolátricas en donde situar el Cementerio del que su túmulo o tumba será el núcleo inicial; entonces era ya costumbre arraigada de los cristianos enterrarse alejados de los idolátricos y de sus necrópolis.



  Recreación del primer Martyrium o primera Basílica Martirial que, en su momento inicial estaba rodeado de enterramientos similares.
        
         Para cubrir el sarcófago de Eulalia los cristianos emeritenses erigen una pequeña iglesia o basílica martirial dedicada a Dios “in memoriam” de Santa Eulalia.




Restos del Martyrium o Basílica martirial de Santa Eulalia.

En estos momentos el emperador Constantino está construyendo una basílica aún más grande y grandiosa  sobre la tumba de San Pedro.

En la construcción del “Martyrium” o Basílica Martirial los cristianos emeritenses han tomado un lugar situado en las afueras de Augusta Emérita, lugar próximo al río Barraeca: la razón es bien sencilla: es el lugar en donde el cuerpo Eulalia, tras su muerte en el Foro Municipal,  fue expuesta para su pudrición y ser pasto de los animales, colgada en el ecúleo.

Además, cerca de este lugar no hay tumbas idolátricas ya que aquí no hay calzadas próximas.

El Obispo Liberio ha recibido la visita de unos legados pontificios que le comunican las reglas teológicas de construcción a las que habrán de atenerse fielmente los artesanos que intervienen -la jerarquía romana es muy estricta en el uso de los símbolos y, al parecer, han existido problemas entre los arquitectos y las autoridades cristianas que pretenden dirigir la obra religiosamente “punto por punto”-.

Estas instrucciones cabales se les comunicarán, sin más explicaciones, a los artesanos locales del mármol, de los mosaicos  y de la albañilería, no todos cristianos. En los títulos o contratos se le han especificado a los maestros hasta los más mínimos detalles; al musivario Dexter, además, se le ha recordado que debe controlar la perfección de todos los mosaicos aportando sus mejores trabajadores y sus propias manos; además no podrá firmar la obra y en su lugar escribirá “ecclesia fratum” es decir, “obra erigida por la asamblea de los hermanos de Santa Eulalia”; no obstante, Dexter situará su firma en forma de “graffiti” en el altar. 



Dexter ha encargado una rica y lujosa colección de materiales a sus tesselarius (cobrarán 65 denarios por día); son teselas de entre 9 y 12 mm3.; sus variedades son blanco y negro de origen calizo, rojo claro y rojo vinoso, amarillo de cuarcita y verde; también dispone de cuarcitas procedentes de los alrededores de Augusta Emerita y de Borba-Estremoz junto con teselas de pasta vítrea para matizar los detalles.

Estos materiales transforman el suelo del ábside en un prado cuajado de rosas que se arrebolan con las tonalidades de mil flores según el diseño que el Obispo Liberio le ha entregado a los musivarii (éstos cobrarán 75 denarios).

En el centro de los varios mosaicos que rodean el sarcófago de Eulalia se repite como figura animada una paloma  con una rama de olivo.

Los mosaicos serán trazados según el gusto de la antigüedad romana clásica siendo notables por la variedad y la elegancia de sus compartimientos y de sus entrelazados.

Esta es la primer basílica martirial de las Hispanias, entonces denominada martyrium;  pero también se va a dar la circunstancia que será edificada como la primera iglesia de las Hispanias; a su vez en ella será introducido, por vez primera en las Hispanias, el altar fijo sobre el túmulo o tumba.

         Como quiera que la comunidad cristiana es aún pequeña -Augusta Emerita está fuertemente paganizada y aún existe miedo a una involución- el templo que se alza es una pequeña necrópolis que alberga el sarcófago de Eulalia y en donde es posible la asamblea de los aún escasos fieles, unos setenta u ochenta, que celebrarán en su interior el Dies Natalis o del Natalacio Celestial que es la conmemoración del martirio, el 12 de febrero, y que posteriormente será trasladado al día 10 de diciembre.

Maqueta de los restos del martyrium o basílica de Santa Eulalia junto con los de la segunda basílica.

La iglesia o basílica, erigida “en memoria”, es decir, “como recuerdo” de Eulalia, tal cual han indicado los legados pontificios, tiene forma de barco; en sus partes este y oeste se han levantado dos atrios con mármoles procedentes de Borba-Estremoz; el del oeste está dotado de cuatro pórticos que separan el templo de los ruidos del exterior; en el centro de su área o patio se ha construido una fuente; los “penitentes de primera clase” apoyándose en los canceles bajos que cierran los intercolumnios de los pórticos, contemplan el juego de las aguas; a ellas  se acercan para “lavarse no sólo el rostro, también sus pecados”-es una construcción que, posteriormente sería sustituida por la pila del agua bendita-; sus hermanos que “han cometido crímenes mortales” o pecados graves deben permanecer sólo en el patio del atrio.

Para ambos, como penitentes, es el “narthecio”; también para los peregrinos a su llegada.

El “area” del “atrium” recibe la denominación de “ortus” o “pomarium” porque está formado por un jardín en el que se han plantado los tres árboles simbólicos del Paraíso.

En un futuro lejano, por estos árboles, alguien interpretará que la tumba de Santa Eulalia se encontraba al descubierto, a la intemperie, bajo las  agresivas inclemencias del tiempo emeritense…

Es el atrio o patio el símbolo del Paraíso Terrenal en contraposición con  la Basílica que simboliza el Paraíso Celestial.

Esta primera Basílica de Santa Eulalia se compone de una sola nave más el ábside o ecclesiae  absis.

Su primera piedra, cúbica, fue colocada el día 21 de marzo tras comprobar el punto que señalaba el nacimiento del Sol y el lugar del Paraíso.

No todos pueden entrar en el interior y participar de los misterios; los catecúmenos, los “energúmenos”, los judíos, los penitentes y los paganos han de permanecer en el nartecio y sólo podrán escuchar los himnos y la prédica del obispo que, ocasionalmente, delega en algún presbítero.

El “aula” o “naos”, con cubierta a dos aguas, se divide en dos zonas; en la de atrás, llamada “matronaeum” o “pars mulierem” se congregan las mujeres y en la anterior o “andrón” los hombres.

En el “matronaeum” también se sitúan los niños y las niñas; éstos de Emerita serán los primeros en el orbe cristiano en participar activamente de la liturgia con motivo del Dies Natalis o conmemoración de su Martirio. 


Los niños emeritenses serían, al parecer, los primeros en formar parte de la Liturgia en todo el orbe cristiano a través de las conmemoraciones de los días martiriales de Santa Eulalia.

A continuación de la “naos” se encuentra el ábside o “bema”; simboliza el Cielo, la morada de Dios; y bajo su altar los cristianos veían las almas de los mártires; por eso en este martyrium o basílica martirial van a situar el túmulo de santa Eulalia bajo el ábside.


En el centro, martyrium o basílica martirial de Santa Eulalia, a los lados futura ampliación.

Sin duda, este conjunto de la nave que avanza hacia puerto seguro -el Paraíso o Ábside- forma uno de los  símbolos más impresionantes y bellos de la nueva Religión; sintetiza toda la experiencia vital del cristiano que considera la tumba como un puerto no en concepto de que fuese un lugar de reposo para el cuerpo, sino porque el alma, agitada hasta allí por las inconstantes olas de esta vida mortal, encuentran en el sepulcro el término de sus vicisitudes y su entrada en la ciudad eterna, la Jerusalén celeste -pero la Disciplina del Secreto, aún vigente, no permite que todos los cristianos y arquitectos conozcan el alcance de estas disposiciones y simbologías-.

La “naos” y el “bema” o ábside están separados por la “solea” y rodeado de un “peribolo” o cancel; en su parte central hay una puerta; delante de esta puerta se encuentran los ambones  o púlpitos, al norte el de la Epístola, al sur el del Evangelio.

La “solea” o coro es la primera parte del “bema”; está destinada a los subdiáconos y clérigos menores que cantan los salmos; a sus lados se encuentra el “secretarium”, luego llamado “sacristía”(en el “secretarium” denominado “diaconicum” los diáconos guardan los utensilios sagrados y en el “gazophylacium” se depositan las ofrendas que llevan los fieles).

A continuación de la “solea” se encuentra el “bema” propiamente dicho, rodeado por una verja metálica a la que se accede por una puerta; es  este el santuario en que se celebra el sacrificio de la Eucaristía; generalmente se encuentra cerrado por cortinas.

El “bema”, santuario o presbiterio tiene forma semicircular que recibe, por su techumbre, la denominació de “concha”. A su alrededor se encuentran los asientos de los diáconos; al fondo en un plano elevado se sitúa la “cátedra” del Obispo; desde este lugar puede ver y ser visto; desde aquí pronuncia las homilías.

En el centro del ábside se encuentra un cimborrio coronado por una cruz y rodeado por candelabros situados en el suelo e incensarios y una pequeña piscina en la que el oficiante lava sus manos y los vasos sagrados; sobre él se observan numerosas  lámparas suspendidas de la bóveda, como si de un cielo estrellado se tratase; bajo el cimborio se halla el sepulcro de Eulalia; es un altar con forma de sarcófago cuadrangular, levantado sobre el nivel del suelo.

El altar, para evitar que el polvo ensucie las reliquias, está cubierto por un lienzo de lino, en ocasiones de un rico tapiz; ambos se denominan “circitorium”.

Sobre el altar se colocan guirnaldas y coronas de flores naturales porque los cristianos pretenden mantener la sensación de una primavera perpetua en el templo terrestre de Dios erigido a sus testigos; en realidad los cristianos de ahora consideran que las Tumbas de los Mártires son escaleras hacia el Paraíso Celestial; de aquí que los mosaicos que rodean el sepulcro de Eulalia representen un jardín delicioso que expresa la gloria de que disfruta en el Cielo.

La idea de que el Ábside representa el Paraíso Celestial lo confirma su mosaico; en él aparece Jesucristo rodeado de sus Apóstoles; en la parte inferior del mosaico se ven los edificios de la Jerusalén Celeste.

El sarcófago de Eulalia  es de mármol y ha sido construido en Roma; en él los escultores han trabajado con  pasión  artística y eficacia técnica.

En su costado izquierdo han representado a dos ciervos bebiendo de un “cantharus” que aquí sustituye al agua de los ríos paradisíacos; los dos ciervos simbolizan  a los cristianos que beben el “agua” bautismal o de la regeneración; sobre el “cantharus” se encuentra la figura de un cordero, símbolo de Jesucristo, dispensador del “agua de vida”.

En el costado derecho se ve una imagen que aparece repetida en las escenas martiriales; es Daniel entre los leones, sumisos en su presencia;  representa este artificio escénico la indiferencia del alma frente a los peligros del mundo que nada pueden contra ella.
        
Los artistas han dudado si en vez de Daniel hubiese convenido esculpir la figura de Noé saliendo del arca o los tres hermanos Azarias, Misael y Ananias saliendo indemnes del horno de Nabucodonosor; pero han creído que la representación del horno puede dar lugar a que el futuro se interprete mal el suplicio de las teas o de las antorchas que ha sufrido Eulalia en el Foro.

Y, es que a los romanos de este tiempo no nos gustan los hornos dentro de la ciudad que, además, por pura higiene, están prohibidos.

En su lateral posterior situado frente a la cátedra del obispo vemos en su zona central al “Buen Pastor”, Jesucristo, que lleva una especial “oveja” sobre sus hombros: Eulalia. A sus lados, separados en grupos por columnas recubiertas de pámpanos, se representa a Jesucristo rodeado de una multitud de fieles que escuchan sus palabras; a su lado los artistas han representado una escena de banquete que simboliza la plenitud del Paraíso Celestial.

En el lateral del sarcófago que da el frente a los fieles los artistas romanos han esculpido en bajorrelieve una de las escenas de su martirio (ha pasado el tiempo en que se evitaban  las escenas martiriales, por pudor); suspendida Eulalia en la cruz dos torturadores o carnífices le aplican el suplicio asesino de las teas a sus costados mientras que sobre la cruz se eleva hacia los cielos su alma en forma de nívea  paloma.



El alma de Eulalia, en forma de nívea paloma, marcha hacia Dios.

El mensaje de este símbolo es el mismo mensaje que contiene su sencillo epitafio: “EVLALIA IT AD  DEVM”, es decir: “EULALIA, SE FUE CON DIOS”.

Publicado en revista EULALIA, nº 20, de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia, 2015.