
y ví palabras caídas, con las cabezas rotas, desangradas;
y ví palabras colgadas de otras palabras pero por las manos al cuello aferradas;
y ví palabras clavadas en otras palabras -y aseguraban que se llamaban bayonetas caladas-;
y ví palabras, muchas palabras, alrededor de las cuales sobrevolaban buitres, muchos buitres.
Pero sólo ví una palabra viva; sin embargo era una palabra muy frágil que lloraba desconsolodamente porque ninguna otra palabra le acercaba a su pecho; se llamaba Esperanza...
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