era una palabra transparente y clara que cayendo a tu lado asusta o estremece o consuela o destroza... (en tu caso era alivio y descanso).
Era una palabra recién cortada; por ello aún sangrante y con el corazón también aún palpitante...
en realidad era la PALABRA, la misma que sólo se pronuncia a la la luz de una vela o la luz de un candil, a la vera del alma o cabe a lo más recóndito del corazón -cuando algo único como tú te estruja-.
A ti se te dio esa PALABRA para guardarla y custodiarla, para preservarla y sostenerla en silencio; pero como hija de Pandora abriste no sólo la gatera de tu corazón también el postigo; además abriste la puerta de par en par y las ventanas y los balcones.
Y tu corazón se hizo borbollón incontenible.
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