líquida y pedregosa, abierta con un tirador de travesuras.
Tú tenías en las manos una oración a la vida y entre tus cejas se adivinaba un soplo de luz.
Alguna vez creí que en realidad eras el sol pero al no prenderme y consumirme dejé de pensarlo...
Claro que a tu vera era difícil pensar; todo se transformaba en sentimiento: ora un travesaño hacia la quietud o la paz luego un escalera de ilusiones o de querencias.
Tú tenías la piel muy parecida a mi piel; quizás por ello hasta compartíamos todas las cosas de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario