podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

jueves, diciembre 27, 2012

A PROPÓSITO DE UN DESPROPÓSITO A GUISA DE AUTOCALIFICADA CONCLUSIÓN PRUDENTE EN LA TESIS DOCTORAL DE ANTONIA CASTRO MATEOS ( los vestigios arqueológicos evidencian los inicios de culto público a Santa Eulalia a mediados del siglo IV).




Javier Arce, consustancial antiprudenciano, no lo hubiese reinterpretado mejor - claro que los textos son suyos, el enunciado  y parte de la fraseología y toda la sintaxis es de la autora-:

2.5. Una conclusión prudente....
Así pues, el culto y devoción a Santa Eulalia de Mérida parece que se
remonta a los encendidos versos del poeta Prudencio, “...producto del
laboratorio literario de su autor...”94, basados en “...tradiciones orales y
en su propia imaginación...”95, allá por los últimos años del s. IV, del cual
91 SÁNCHEZ SALOR, E.: “Los compañeros mártires de Santa Eulalia”. Conferencia que tuvo lugar en el
Museo Nacional de Arte Romano Mérida, 2005, p. 1, 3.
92 Ibidem.
93Ibidem.
94 ARCE, J.:“El martirio de Eulalia en el marco de la “Gran Persecución” ” en Eulalia de Mérida y su
proyección en la historia. Ministerio de Cultura. Secretaria General Técnica, 2004, p. 44. Según Aquilino
Camacho en esta obra abundan los recursos lírico- dramáticos, porque Prudencio “...participa con esta
composición en un concurso o fiesta en honor de la heroína...”. CAMACHO MACÍAS, A.: Opus cit., p.
136.
95 VELÁZQUEZ, I.: “Las reliquias de los santos”, en ÁLVAREZ MARTÍNEZ, J. Mª.; DE LA
BARRERA ANTÓN, J. L. (coord.): Opus cit., p. 58. De la misma opinión es Puech que opinaba que
Prudencio fue la primera fuente escrita sobre Eulalia de Mérida. Éste conocería la basílica que describe en
su himno y allí recogería, tal vez, una tradición oral, que adornó poéticamente, y reminiscencias clásicas y
de relatos hagiográficos, sobre todo de Santa Inés. Para Delehaye, en cambio, se inspiraría en una
«Passio» del tipo épico. García Rodríguez cree que “...hasta el siglo VI sólo existió el himno de
Prudencio, construido sobre una tradición local con amplificaciones poéticas. Tal vez, no había una
Aurelio Prudencio Clemente
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bebieron todos los documentos posteriores que, como hemos visto, no
dudaron en añadir todo tipo de detalles, descripciones pormenorizada de
las torturas cada vez más crueles que no consiguen doblegar el ánimo de la
mártir96, de fenómenos atmosféricos singulares, como la niebla, que la
«Passio» pues la desconoce San Agustín, en el siglo V, Gregorio de Tours y, tal vez, las oraciones del
oficio en el siglo VI, como también al parecer el himno «Laudes beataer Eulaliae»...”. GARCÍA
RODRÍGUEZ, C.: Opus cit., p. 290-291, 303. Abundando en esta idea, López Fernández, canónigo de la
catedral de Oviedo, manifiesta que todo lo que sabemos, con cierta credibilidad, de la vida de santa
Eulalia se lo debemos a Aurelio Prudencio Clemente. No obstante, el autor también afirma que, además
del testimonio del poeta, hay otra fuente, si bien posteriores, aunque de menos crédito: es la Passio
Eulaliae martiris del s. VIII, conservada en la Biblioteca de Turín, que, según López Fernández, está
basada en el “...acta martirial compuesta en el año 586...”. LÓPEZ FERNÁNDEZ, E.: Devoción y culto a
Santa Eulalia de Mérida en Oviedo. Textos el autor y Centro Superior de Estudios Teológicos de Oviedo.
Imprime: Narcea. Oviedo, 2010, p. 19. Por el contrario, Mateos Martín de Rodrigo cree que existió una
Passio, de carácter donatista, anterior al Himno III de Prudencio y a la Passio de San Vicente. Plantea la
posibilidad de que en el caso extremo de que San Agustín la hubiese conocido jamás la hubiese citado,
dado que él fue el último gran representante católico frente al donatismo, movimiento al que calificó
como apóstata. MATEOS MARTÍN DE RODRIGO, A.: Opus cit., pp. 136-137. Según Camacho
Macías, “...el himno de Prudencio no es pieza histórica, ni por el fondo ni por la forma; que algunos
datos pudo tomarlos de la tradición, y tal vez de algún escrito, pero tan pocos y tan generales, que dejan
oscuros los puntos más indispensables de su biografía...”. CAMACHO MACÍAS, A.: Opus cit., p. 140.
96 Según Prudencio, los martirios que se le infringen a Eulalia son: “...le arrancan sus pechos gemelos y el
garfio horrible abre de una y otra parte sus costados y llega hasta los huesos mientras Eulalia cuenta
tranquilamente las heridas (...) le aplican luego el último tormento; no los azotes desgarradores, ni
recuestan su lacerada carne en las parrillas, sino que le aproximan por doquier teas encendidas a los
costados y el vientre (...) la llama vuela chirriando hacia la cara y se nutre con la abundante cabellera,
se enciende lo más alto de su cabeza, y la virgen, deseosa de morir, sorbe el fuego con su boca. De su
boca sale rauda una paloma, que, dejando el cuerpo de la virgen más blanco que la nieve, se dirigió a
las estrellas; era el alma de Eulalia, tiernecita como la leche, rápida, incontaminada...”. PRUDENCIO,
A.: Obras completas en latín y castellano. Versión e introducciones particulares de D. José Guillen.
Biblioteca de Autores Cristianos. Editorial Católica. Madrid, 1950, pp. 531-533. Por su parte, la Passio de
Santa Eulalia del s. VII, además de recrear supuestos diálogos entre Eulalia y Calpurniano, exagera el
número y crueldad de las penas, que de forma inverosímil llegan a repetirse: azotes con látigos; azotes
con varas verdes; aceite hirviendo vertido sobre su cuerpo; inmersión en cal viva con agua; plomo
derretido aplicado a sus miembros tendidos sobre un lecho de hierro; nuevos azotes con varas y rasgado
de las heridas con pedazos de conchas; llamas de fuego aplicadas a las rodillas; horno de fuego, en el que
se la introduce, como a los tres jóvenes de Babilonia del Libro de Daniel, sin que se quemen y cantado en
medio de las llamas; escarnio público, desnuda y con la cabeza rapada; tormento en el potro, con llamas
de fuego aplicadas a sus costados y tensión de los miembros; tormento en la cruz y de nuevo las llamas
quemando su cuerpo. Al fin, exhala el espíritu en forma de paloma, mientras una capa de nieve, caída del
cielo, cubre milagrosamente sus miembros. El cuerpo quedaría tres días expuesto, hasta ser recogido
furtivamente por los cristianos que le dan honrosa sepultura. LÓPEZ FERNÁNDEZ, E.: Devoción y
Culto a Santa Eulalia de Mérida en Oviedo. Textos: El autor y Centro Superior de Estudios Teológicos.
Imprime I. Narcea. Oviedo 2010, p. 22. Parecidos tormentos sufrió Santa Eulalia de Barcelona. Según la
Pasión de esta Santa catalana, del s. VII, basada según Fábrega Grau en la tradición local, Eulalia fue
juzgada por Daciano y no Calpurniano. Éste mandó la extendieran en el potro y mientras unos la
torturaban con garfios, otros le arrancaban las uñas. “....Pero Santa Eulalia con cara sonriente, iba
alabando a Dios nuestro Señor (...) Desesperado ya, y rugiendo de indignación ante aquel caso de
insólita rebeldía, Daciano mandó a los soldados que, extendida todavía sobre el potro, aplicaran
hachones encendidos a sus virginales pechos para que pereciera envuelta en llamas. Al oír aquella
decisión judicial, Santa Eulalia, contenta y alegre, repetía las palabras del salmo «Da, Señor, a mis
enemigos, lo que se merecen y confúndeles; voluntariamente me sacrificaré por Ti y confesaré tu nombre,
pues eres bueno, porque me has librado de toda tribulación y te has fijado en mis enemigos». Y habiendo
dicho esto las llamas empezaron a volverse contra los mismos soldados. Viendo lo cual Santa Eulalia,
levantado la vista al cielo oraba (...) luego que hubo terminado la oración se extinguieron aquellos
Aurelio Prudencio Clemente
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cubre en su desnudez, o de animales, como la paloma. En definitiva,
“...rasgos tópicos recurrentes que debían amenizar los relatos
circunscribiéndolos en un halo maravilloso para asombro del público...”97
(véase figs. 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19 22, 23, 26, 27, 28, 29).

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