el cristal roto y las entrañas al descubierto;
y mientras llovía...
una pregunta desaparecía por el horizonte;
y mientras se alzaba sobre la tierra un enorme signo de admiración...
¿Por tí, por mí, por nosotros?
La lluvia no sabía a miel sino a hiel, a esencia humana, a carácter fuerte y definitivo para sobrevivir en el último momento...
Pero pensaba que aún había espacio y tiempo y oportunidades; su mano se alargaría hacia otra mano. Al fín la vida es una carrera de relevos entre semejantes, entre similares que más que cambiar el paso les cambia el tiempo y el lugar...
Yo soy mi padre, yo soy mi abuelo, el hombre de enmedio y el de la piedra interpretando la misma obra en distinto decorado pero con el mismo aforo...
Yo soy su mano presente, yo soy su brazo presente; soy la palabra presente de todos los hombres y mujeres que me han traído hasta aquí y hasta ahora...
Y mientras vivo por ellos, desde ellos, dándoles la estatura del más grande gigante: la Humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario