Pues verás, según entiendo Valvanera es como un canto a dos voces ejecutado por dos tenores paradisíacos: el uno interpreta las notas de la alegría y el otro las de la inconmovilidad; el resultado es que cuando Manué mirándome fíjamente y engurruñando los ojos me dice, con su acento de ángel verdadero, “oye”, entonces yo, ipso facto, le espeto con cariño: “estás valvanero”.Y es que Valvanera es un prodigio envidiable de cómo darle una patada al fastidio cotidiano y como si de una alquimista de la vida se tratase transmuta lo molesto en agradable, es decir este valle de lágrimas en cima de felicidad paradisíaca (y sin embargo es inteligente, consciente e intelectualmente sobresaliente).
Enhorabuena y felicidades.
