podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

domingo, noviembre 09, 2008

DE CUANDO EL FIN DEL MUNDO NO VENÍA DEL TERRORISMO NI DE LA ECONOMÍA SINO DE LAS BOMBAS ATÓMICAS, DE HIDRÓGENO, ETC. ...


Tiene los ojos negros. Anoche llovió. De las nubes tampoco ayer cayeron esos zapatos necesarios que sustituyeran el odio por sonrisas en cada piel humana. Tiene los ojos negros. No de llorar amapolas azules, no de reir nuevos caminos asfaltados con niños alfombras...
Cerró los ojos negros, cerró la camisa, la prisa y la puerta de la fábrica. Sintió la gran explosión. Abrió los ojos. La tierra era una masa invisible de átomos lejanos. Habían desaparecido también los grandes edificios, las inservibles escuelas, los podridos árboles, todo el género humano; por las avenidas no ciurculaban ya los coches y no había venas por donde llevar una sangre inexistente hacia un corazón sin espacio ni tiempo.
La Tierra en sus cosas, por sus objetos, desde sus hombres había perdido toda la memoria.
Sólo sobrevivió aquel que mantuvo los ojos abiertos. Pero no está aquí para referirlo a futuras generaciones. Estaba más allá, con la memoria intacta, los pies cinéticos, sin aguardar una brisa ni retroceder en el tiempo.
Su nombre era paralelo a sus pechos. Pechos suficientes para una geografía amante en la que el sudor caliente protagonizaba el amor.
No sé si sus pechos eran vírgenes. Sin embargo, en mi boca, los sentía uniformes, casi temporales. En ellos aún quedarán manchas de mis labios y miradas de mis ojos.
Nunca había tenido nada además de una arquitectura humana imprecisa e impropia, un complejo conjunto de circunstancias extrañas, unos desos imposibles de mesías salvador.
Apurando una caña de cerveza pensaba seriamente en no sabía qué hecho habría de suceder.
No le importaba el paisaje que le envolvía. Sin embargo, podía mover los ojos hacia arriba y hacia abajo, a la derecha o a la izquierda, formar el esquema corporal del universo. Pero jamás conseguía el equilibrio o las conductas preceptivo-motrices más elementales.
- Te quiero mucho.
- Yo un poco más.
y...
Valladolid 1975.

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