podrán
podrán cortar todas las flores;
siempre habrá un hombre semilla.
martes, mayo 13, 2008
MI SÍNDROME DE DIÓGENES: LOS DESPROPÓSITOS.
Acaba de comenzar a llover y tras asomarme a la ventana del patio para comprobarlo he sentido una fuerte necesidad de solidarizarme con las nubes.
Pero yo no vertería mis lágrimas por aliviar la sed del planeta y ni siquiera por aliviar a la tierra del peso de los pecados del hombre -los peores pecados son los de la tierra, los del mar y los del aire (nunca los de carne)-; yo vertería mis lágrimas por poner un bello telón de despedida entre sueño y sueño, entre un despertar al alba o un aturdimiento a la tarde.
Si la lluvia limpia la atmósfera las lágrimas limpian el alma sin necesidad de frotarla con algofifa o papel de estraza.
Yo soy, y aún tengo todos mis sentidos colocados en su lugar para poder decirlo cuerdamente, un hombre feliz, muy feliz.
Sé que el Árbol y sus Manzanas están, engañosamente, al alcance de mis dientes porque desde hace milenios vivimos en paralelo -creo que nos establecieron in principio como modelo de las rectas que nuncan se cruzan ni, incluso, parecen cruzarse en el infinito (se dice que por buscarnos - y para no borrarnos- creamos hasta las líneas más retorcidas)-; por ello todos los días tomo para mis pulmones un puñado más de hechos que no sucederán o de sucesos que no tendrán tiempo ni lugar; y encargo, entonces, a mi sangre que distribuya todos esos deseos por todos los rincones de mi cuerpo; por ello no sólo en las rinconeras de mi alma se acumula ¡cuán¡ cúmulo de historias imposibles que no sé si ya padezco de un singular síndrome de diógenes.
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