
y el lunes, como si mi cerebro entrara en una mesa de billar y se posase sobre su tapiz, no sabré en dónde situarme para evitar el golpe o los golpes accidentales; es decir no sabré comportarme ante la nueva situación: ¿Miraré hacia el techo o hacia los costados; hacia la bola roja o hacia la bola negra? -la bola roja, cantaba Luís Pastor está roja de los golpes que le dan-
Y, a decir verdad completa, no hay receta ni fórmula magistral; el cristal de la copa era muy fino, aunque yo lo daba por elástico y grueso.
Pero le preguntaré a la mirada si el sueño se ha roto por un inesperado bostezo o por un cubo de agua helada... y la mirada habrá de decirme si es posible retomar el mismo cauce del sueño.
Y es que los mejores sueños tienen menos consistencia que el humo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario