
De verdad ¿quién eres?
Yo sé de enigmas y de cómo resolverlos -el nudo gordiano es la metáfora de la imbecilidad del hombre-; yo sé de príncipes y de dioses, de esfinges y de monalisas, de urdimbres y de misterios.
Pero de tí sólo sé un nombre, un mote, la mirada...
Dime, de verdad ¿quién eres?
Y no te importe pronunciar tu nombre; yo no quiero dominarte ni ocuparte ni tenerte; sólo quiero que no seas mi único nudo gordiano.
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