En la ciudad por la que se oculta el sol según Aurelio Prudencio Clemente, el poeta que introdujo a la mujer -a través de Santa Eulalia de Mérida- en la Poesía -que era tanto como intrudicirla en la Literatura y, si se me apura, en la vida misma-, en la ciudad de Mérida y concretamente por el lugar augustoemeritense por el que se oculta con belleza inusitada el sol he sido invitado a pregonar su feria por su Presidente, Valeriano prida, un viejo luchador del Movimiento vecinal emeritense.
Gran honor para quienes no estamos acostumbrados a estas lides y para quienes nos gusta más la intimidad de internet; pero obras son amores aunque lo malo es que en el escenario habré de estar a la altura de Pepe Caballero, de Fernando Delgado, de José Luís Mosquera Müller, etc. etc.
de cualquier os transcribo el tema del central del pregón sobre este lugar que, si no hubiera sido por la necesidad de situar el Puente Romano en el mejor vado de la zona, hoy sería el centro de la Ciudad.
PREGÓN:
Buenas noches, estimadas autoridades, presidente, convecinos, amigos; en fin buenas noches emeritenses todos.
Hace como un mes que vuestro presidente, Valeriano Prida, un hombre que ha sido fundamento y aún es pieza fundamental del Movimiento Ciudadano emeritense, me invitaba a pregonar en vuestras fiestas o Semana Cultural; teniendo en cuenta mi propensión natural a estar más frente a una máquina de escribir o frente a la pantalla del ordenador la invitación me inquietaba; máxime cuando no sabía a ciencia cierta el desarrollo y los límites del pregón que merecéis; pero como quiera que fuera de mi calle y de los lugares propios de Santa Eulalia, sea vuestro barrio el lugar emeritense que más he pisado y mejor conozco intentaré poner, al menos, todo mi cariño en este pregón y os contaré, aunque brevemente, una historia, la bonita historia de vuestro barrio con la inclusión de algunas de mis relaciones personales con él.
Y esta brevedad me la agradeceréis además por el intenso calor que estamos sufriendo.
A quienes además de sangre nos corre por las venas y el alma la carbonilla de los viejos y desaparecidos trenes de vapor El Barrio de Mérida nos sitúa en una especie de agradable Paraíso de los Recuerdos; pero su importancia para mí no sólo es porque en sus orígenes y fundamentalmente fuese la barriada de los ferroviarios a cuya familia pertenezco desde mi bisabuelo; en El Barrio de Mérida además nació mi esposa, concretamente en la calle Adriano, y se crió su madre, Isabel García Ruiz, lógicamente de familia ferroviaria; además la primera casa en la que entré en Mérida se situaba en la calle Calvario; incluso un primo hermano mío tenía su aguja, ya desaparecida, junto al Milagro Gordo; de éste, que debería ser vuestro símbolo, se decía que era tan resistente que ni la poderosa Compañía del M.Z.A. había podido con él; también desde Calamonte en la década de los años setenta acudía yo al Barrio una vez al mes al Economato de RENFE situado en
Y cómo no el primer emeritense que conocí, en mi natal ciudad de Llerena, siendo ambos unos críos de siete años, era hijo de un revisor; se llamaba Damián como su padre y vivía en este barrio; por último grato recuerdo diré que aquí en casa de mi amigo Jesús Vinagre, en la calle Duque de Salas, hice mi primera pitarra allá en el año 2003.
El Barrio, que era la parte que la historia aciaga y triste de nuestra ciudad había destruido y convertido en tierra de labor -sólo en
Bueno, en realidad sí tuvo nombre: Pedro María Plano lo denominó en 1892 como el Barrio de
Así El Barrio volvía a crecer y a resurgir de la mano y obra de otro milagro que llevó directamente tanto a España como a Mérida a la modernidad en el siglo XIX: el Ferrocarril.
La primera línea ferroviaria que llegó a Mérida fue la de
El ferrocarril trajo numerosas gentes, y éstos, antepasados de muchos de los que aquí viven, venían en su mayoría de Ciudad Real, de Córdoba y de
Y en 1878, ahora hace exactamente 130 años, que al arrimo del nuevo Ferrocarril de Mérida-Sevilla o más exactamente del Mérida-Los Rosales, fue cuando oficial y legalmente surgió vuestro Barrio para dar casa habitación a los trabajadores del ferrocarril y a quienes, a su arrimo, les ofrecían sus mercadurías; a título de ejemplo referiré a los Vinagres, ceramistas, procedentes de Salvatierra.
Pero el Barrio es algo más que el miembro amputado que vuelve a crecer del muñón de la ciudad romana perdida; es uno de los núcleos fundacionales, el más importante y completo, de
Por cierto es necesario que sepáis que de no haber mediado la necesidad de situar el Puente en el vado más propicio de esta parte del Guadiana el cerro del Calvario habría sido el centro de la ciudad erigida por los romanos. Y es que, como ya estableciese José María Álvarez Martínez, el trazado del Puente determinó el lugar del centro de la ciudad romana.
Sin embargo a partir de la construcción de las tres líneas de ferrocarriles que confluían en la ciudad El Barrio fue a convertirse en la fuerza modernizadora de
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