Y mi vida sólo fue un solo verso -Dios se había reservado para Sí Mismo el Universo-; y mi solo verso no tenía rimas ni tenía cubicaje ni medida tenía -incluso se conformó con un aprobado liso o raspado-; pero acaso fue la metáfora de la nada ahogándose, por sofoco, en la misma nada; y es que el corazón, siempre inquieto y tenso, siempre me ha saltado sin control ni bozal hacia la boca; y hubo día que no pudo mi lengua evitar su fácil salida y fatal caída.
Y cuando el corazón se te va por la boca, ¡cómo volver a encontrarlo¡, si la mirada se hiela y se hielan las manos y el aire se hiela y las piernas se hielan... y todas tus lágrimas -se enquistan- e hielan.
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