estábamos en clase, la ventana abierta a la calle Pizarra y entró; no sé si por mi espíritu indagador o por mi poca vista pero la cogí; cogí aquel escuálido y pálido palo entre mis dedos y me sacudió un desagradable pinchotazo, un muy desagradable pinchotazo... y sé de muchas picaduras de bichos y de plantas pero no recuerdo ninguna tan desagradable como aquella.
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