Si he muerto no lo recuerdo, si estoy vivo no
lo presiento.
Y no me importa no saberlo, no tenerlo escrito
en el diario.
Ya que nací desnudo y solitario, a pie
no sé si podré.
No sé si podré calzar las sandalias humanas
petrificadas,
los viejos descalzos existenciales marchitos
o carcomidos.
No sé si podré
o volveré a morir
si aún no he muerto.
Pero que conste ante el pájaro y el viento:
si he muerto no lo recuerdo, si estoy vivo no
lo presiento.
Calamonte, 9 de octubre de 1977.
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