Y en el campo, sudor de la amapola,
sucedan lirios blancos para el hombre
que regresa al esfuerzo de la tierra.
Hágase en él la luz creciente
de la naturaleza eterna
y le siembren los pájaros canciones
de alas para los surcos sin labranza.
Vuelve, hombre, a mano, a pecho, a sementera;
Vuelve, hombre, a navegar la tierra.
En su vientre primero, verde y fresco,
descúbrete posible, viento, hermano.
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