podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

lunes, julio 21, 2008

CARTA ABIERTA A MI ESTRELLA...


Mi querida Άστηρη: como bien sabes cuando los últimos rayos del sol se recogen también yo me recojo; por ello por más que te busque nunca te encuentro ni he de encontrarte (los humanos pueden transformarse en estrellas pero no al contrario); y no he de tropezar contigo pues ni siquiera el canto del gallo a medianoche puede levantarme.
Pero seguiré pensando y soñando en tí con la misma fuerza y ansiedad como con el muy deseado pero imposible juguete que de niño había visto por Reyes o en las casetas de la Feria (el deseo de estos juguetes me enseñó a soñar y los sueños me enseñaron a escribir; especialmente versos pequeños porque hay genios malos en los sueños que los cogen al vuelo cuando saltan de alegría).

Aunque nunca yo sea... por qué no soñar ser la propia


Margarita

Margarita, está linda la mar,
y el viento
Ileva esencia sutil de azahar;

yo siento
en el alma una alondra cantar
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?"

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
"Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad".

Y el rey clama: "¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
iQué locura! iQué capricho!
El Señor se va a enojar".

Y dice ella: "No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté".

Y el papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver".

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: "En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí".

Viste el rey ropas brillantes
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar
y el viento
Ileva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Rubén Darío.




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