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Vengo observando que una golondrina, no debe de temerme tras haberme observado previamente, se avalanza para beber sobre la piscina en la que me baño; en una de las ocasiones planeaba tan directamente hacia mí que se me ocurrió pensar que me iba a beber.
Yo algo entiendo del lenguaje de los pájaros, que es el lenguaje de los dioses, pero que los pájaros o los dioses entendieran el lenguaje de mi cuerpo y de mi ánima... a decir verdad, yo no lo sabía...
(Sin embargo mi hermano espera junto a sus palomas...).
Pero...
Pero, verás, la golondrina con sed es como yo mismo o como tú: su sed de vida puede directamente llevarla a la muerte; y así ya recogí una golondrina muerta de la piscina.
Y como hacía mi padre con sus animales muertos la enterré al lado de uno de mis árboles... ( la muerte de los hombres es la muerte de los dioses y viceversa, decía Heráclito).
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