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Él era de una pervesión obsesiva y fatalmente recurrente; y a palmetazos y desprecios le robó toda su poesía a los Números... Pero en los Números hay, ¡¡¡tanta¡¡¡, Poesía que con ellos se crean Mundos de sorprendente y única belleza .
En ocasiones son Mundos muy rígidos -las líneas alinean los sueños pero como en los cables callejeros de la luz caben pájaros al alba (yo pensaba que las luciérnagas eran las almas de aquellos pájaros a la caída de la tarde ya en plena noche y hartas de luz...)-.
En otras ocasiones los Números pierden la compostura y bailan (cuando las líneas se enredan se dice que están enamoradas y si se curvan es que han estado de botellón).
Él era de una pervesión obsesiva y fatalmente recurrente - y yo testigo perenne de que hubo un pasado no mejor en su vida (el mío no fue mejor pues yo me desangré y deshermané)- ; nunca mató un pájaro ni, quizás, pisó inadvertidamente una cucaracha o una hormiga, pero mató tantos bellos y Números... (con la asistencia del vino reparador y siempre a las quince y treinta horas...).
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