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Son las ocho y cuarto de la mañana y hace ya bastante calor; lo siento en la cara que reacciona a través de un ligero pero molesto, por picante, sudor.
He ido a Google Desktop y para buscar en mi ordenador uno de mis neologismos poéticos: "labramador". He encontrado el poema del que forma parte pero apenas si he podido continuar leyendo otros poemas... [con el corazón entre las manos ofreciéndolo como oración lo que seguiría no cabe en este lugar. Hay tantas cosas imposibles... -creo que por tal el mundo es tan enorme y hay tanta materia oscura-].
Pero el caso es andar, pero no andar a lo cecilia que es la metáfora vulgar del paisaje epigenético de Waddington.
[me ha invitado Ángel Trigueros a conferenciar en su Instituto de Almendralejo sobre fractuales allá por el mes de octubre; la idea es muy atractiva y aunque no creo que pueda yo ofrecerles a sus alumnos el algoritmo del aprobado o el notable en la Selectividad quizás pudiera hacerles ver que la complejidad es tan compleja para disimular su propia simplicidad (dime de qué presumes...)].
O sí es el caso andar sin rumbo fijo porque por mucho que andes nunca saldrás del camino que marca la Necesidad, como dijera dicho Platón.
[La Necesidad es uno de los Términos Medios que conforman su completísima Teoría del Desarrollo].
Y la Necesidad, mi Necesidad, es estrellarme no sé si sobre un mullido futuro o contra una dura y afilada piedra orientada toda de canto.
En fin que el día viene caluroso, lo cual es normal y con la calor se derriten las neuronas -y entonces sólo subsiste el amor -.
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