A David Russell le hubiese seguido aquí un vídeo de mi huerto con mis tomates,que se niegan a crecer en cantidad y en condiciones, con mis adecuadas y satisfactorias berenjeras y pimientos o con mis imposibles calabacines... o mis peras, o mis ciruelas, o mi baño...
Bueno no sé si porque yo nací en una ciudad seca el agua siempre me ha dado impresión,negativa, hasta el extremo de que es rara la quincena de vacaciones en la playa que entro en el agua más de cuatro días (han llamado al timbre y he tenido que dejar de escribir)[...]
El agua, para que sea fuente de bienestar, siempre debiera tener la temperatura del líquido amniótico; porque regresar al mejor remedo del paraíso o la prenatalidad no sugiere subir a cimas heladas sino introducirse en tibias simas.
En Llerena los lugares públicos, y no sin determinados peligros, eran algunas albercas, la Albuera y la Hoya; pero como mi amigo Juan Larrey Hoyuelos tuviese alberca familiar en Los Molinos en ella me dí mis primeras inmersiones y por él recibí las primeras y únicas instrucciones de natación.
Y cuando me fui a vivir a Calamonte comencé a bañarme en el río Guadiana aguas abajo de la Presa de Montijo en un antiguo recodo ya desaparecido y conocido como "la playa" por los calamonteños y almendralejenses; pero como quiera que sufriese un calambre a bordo de un tronco de árbol tomé como decisión prudente introducirme hasta donde hacía pie y desde allí volver a la orilla.
Por cierto mis hijas son muy buenas nadadoras y de pequeñas se confabulaban contra mi miedo al agua; yo les advertía que lanzarme nunca me lanzaría para salvarlas pero que siempre tendría una piedra en la mano para lanzársela a la cabeza y ahorrarles el sufrimiento...
Es decir que a mí el agua mejor en vino o en cerveza... (sin duda, ante la imposibilidad ya de beber bacardí con cocacola -auténtico néctar de dioses-y el vino y la cerveza -ésta en trance de congelación- son el mejor líquido postamniótico)
