- siguiendo el desconcertante orden de la conjugación -soy, era, he sido, fuí, hube de ser, [hube de ser sido], seré, sería, fuera, etc. O lo que es lo mismo por mi propia conjugación YO puedo ser todos los tiempos y todos los modos con el pasado y sus matices entre el presente y el futuro y sus matices.
El poeta, anónimo y huidizo, me ha regalado su último poemario; éste huele a pan recién horneado con leña de jara y sabe como a crujiente calabacete o a sonoros tostaditos.
Tiene el libro poemas que al leerlos en boca es como si comieses unos garbanzos tostados -pero de esos que te cambiaba el hombre de la chaqueta ¿salmantina? por garbanzos frescos-; parecen mostrar cierta resistencia al moleo pero, al final, se deshacían en una suave como ceniza a la que la saliva le sacaba todos sus matices intrínsecos de hierba y de yerba.
N.B. Entre mis muchas esperiencias infantiles a pie de rústico campo recuerdo el singular olor de las matas de garbanzos cuando mi vecino Eulogio me llevaba a ver si estaban dispuestos para su recogida-; era un fuerte olor -como de color verde oscuro-, pero no desagradable, que me cosquilleaba en la nariz a modo de pequeña reacción alérgica; eso sí el garbanzo aún verde y con verdor casi de pistacho, tenía buen sabor y, aún dentro de su cascabel, ya seco, un curioso sonido cuando al coger la mata se transformaba en un racimo de pequeñísimas maracas.
Y entre esos poemas destacan algunos versos que, haciéndole guiño a Bécquer, dicen bien a las claras que hoy te he visto y te he mirado y hoy... la vida ha vuelto a mí/ en tí/ regada por/ tus ojos.
Sí, sus poemas te dejan en el pecho como el suave y fresco halo envolvente de aquellos primeros cigarrillos mentolados -Piper-: soy tu voz y/ tu eco, tu haz y tu envés.
Pero más me saben sus poemas a los restos del flan de vainilla el niño que yo arrebañaba con cuchara grande y mayor ansiedad de las paredes de la cacerola: te he visto/ y me has mirado/ y también me/ has encantHado. Nos sobra todo aquello que/necesitamos.
Determinados poemas en su elaboración han cocido a fuego lento como cuando el amor de la madre, la mejor alquimista, encendía, sin prisas ni angustias, el fogón, prolongación de sus alimenticios pechos, para crear los mejores sabores y los mejores olores y las mejores sensaciones -para hacer crecer vida/ enciendo mis sentidos/ en tí/ por tí-
Y hasta he encontrado un poema con sabor a gazpacho con granada y lechuga y pan : te he visto y me has tocado (ibas de verde cielo/ y de rosas palabras);/ soy un hombre feliz/ casi un cuento de luz/ y de caperucita/ reencarnada -y el lobo/ feroz/ serías tú/ si yo cupiese/ en tus entrañas".
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