podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

miércoles, julio 25, 2007

SOBRE NEOLOGISMOS.


Siempre creí que la lengua española, tan rica en palabras -hasta sólo diccionarescas o exclusivamente conocidas por el diccionario que las parió- no me proporcionaba las que yo requería pero que, una vez elaboradas, rechazaba por malsonantes.
En una de mis canciones humorísticas, remedando la canción del momento, “Mi carro” de Manolo Escobar, construí, fue mi primero, el neologismo “opusdería”: “Mi carro me lo robaron estando de opusdería” escribí sin saber en qué campo semántico se integraría.
Corría el curso 1972-73 y nos enteramos de que un compañero y amigo de curso iba a estudiar al piso que para los mejores estudiantes tenía un cierto grupo religioso denominado Opus Dei, el cual buscaba a los alumnos más estudiosos y serios y comprometidos con el trabajo (yo aún no entiendo la aficción burguesa y, por ende protestante, del excesivo amor al trabajo...).
Lógicamente mi compañero no era perfecto, es decir que no siguió en el Opus Dei, y yo he creado numerosos neologismos; incluso en verso por añadidura e imitando el lenguaje de la esquizofrenia di vida a pararespuestas; y más incluso he ideado un neologismo para los tomates -sabrobriosos- en mi poemario sobre Santa Eulalia siguiendo la técnica de la hibridación.
Y es que la lengua española tiene muchas carencias y obliga más a la obsesiva, empedernida y catatónica rebusca que a la creación de nuevas palabras para literaturizar; por ejemplo no es fácil que de una palabra o de una frase salga otra tal como frecuentemente ocurre en francés por el fenómeno, entre otros, de la Asonancia.
Sin embargo esta mañana mientras iterblogueaba, suibloguicida es otro de mis neologismos -José Ignacio me sigiere reunirlos-, alguna cosa en estado impropio y desajustado de parodia, es decir de autoparodia, me inspiró la palabra “parodiar” y hete aquí -voto a bríos, por júpiter tonante u odín- que paradójicamente la acción de parodiar pretendida se transformaba en para odiar, es decir rechazar.
Y es que, en ocasiones algunas y las más, en el pecado va la penitencia -también va el psicoanalista que llevamos dentro y al que no todos reprimen tal como corresponde por mor de una correcta salud mental, científica y literaria...-
Por tanto algunos se autoparodian y remedan a aquellos adolescentes que estudiaban tanto, tan bien y con tanto provecho en el piso emeritense del Opus Dei (por cierto, y sin relación directa, consecuente, subyacente o subliminar, en aquellos tiempos en los que escaseaban las viviendas, tal ahora mismo, algunos caballeros bien dotados de dineros le ponían piso a algunas damas bien dotadas de hermosura y laboralmente muy competentes y satisfacentes -según referían algunos de aquellos, sin embargo, ociosos caballeros...-).