Yo recuerdo con cariño a los médicos de cabecera, aquellos abnegados galenos, que te visitaban en casa e iban a pie, sin practicante ni conductor ni fragoneta a cualquier hora del día o de la noche; entre ellos recuerdo, cómo no, a don Tomás en Llerena o don Cándido en Calamonte.
Pues ahora releyendo otra Enciclopedia antigua leo que la ducha, algo tan extendido actualmente, en los años cincuenta sólo se tomaba por prescripción facultativa:
Las duchas ejercen una accción tonificadora y estimulante superior a las del baño: pero no deben tomarse sin previa prescripción del médido. Los deportistas suelen tomar una ducha al terminar el ejercicio. p. 492.
Curiosa esta interpretación sobre la ducha en la época de la Dictadura; tan curiosa como curioso el higienismo comunista de la U.R.S.S. según el cual los trabajadores debían vacacionar en balnearios para reponer las fuerzas productivas.
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