podrán
podrán cortar todas las flores;
siempre habrá un hombre semilla.
martes, marzo 04, 2008
LLERENA, RECUERDOS.
Es la infancia: el árbol sequimuerto del parque
y alguna cara llorando sangre,
la bicicleta exhausta tendida en el suelo
y yo rodando colchones en vivo y en sueños;
las ruinas robadas de regina,
la torre eterna de la bella granada despierta.
Es el campo sin más árbol que las sombras de las casas en el suelo,
la piedra cíclopea del obispo,
los arrabales de polvo, juegos, cieno y árboles,
la calle de la cruz -cruz negra de madera
y rezos en el mes de mayo
y yo mismo estirándome en ella por el tiempo-;
es la iglesia de santiago -qué gran universo-,
la calle de las armas y al andarla
que como crecía.
Es el recinto amurallado y desdentado,
la virgen de la granada negra, divina y hermosa
y para mis más ellos la de los pobres,
la sierra de sanmiguel como arcángel
y hasta ovnibulada,
y el callejón aún ardiente de los quemados,
y la fuente pelitos -prohibido beber, en ella
lavaron ropa de no sé qué muerto-.
Pero ante todo
tengo fe en la resurrección de los muertos
y de los que nunca murieron
porque jugaron a la guerra con tiradores
de sueño, con espadas de ilusiones
y se defendieron en ella
con escudos de inocencia
-yo entre ellos-.
Pero qué blanco inmaculado es todo ello,
qué blancura... no ya de cementerio
-ahora al blanco le han sacado colores
bermejos-.
Es el palacio de la dolorosa inquisición,
la fuente seca de la pellejera,
la puerta sin arcos ni llamador de reina,
o el paseo ferial pero casi mortal del progreso.
Volved, volved todos a mi presencia
que los recuerdos resucitan el antiguo fuego.
Entonces, de verdad, cuando niño
siempre gané a la entera
porque siempre saltaba hasta el último planeta;
ahora, ya sin fuerzas,
un mal día de estos
doy de bruces contra la tierra.
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