Pero la historia como el águila tiene alas y como el escarabajo forma numerosas pelotas de basura: ¿yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos entre ellas o sólo ellas?
El hombre es el perverso romancero
de un niño que no alcanza la estatura
de Dios. El hombre, ¡gloria a su angostura!,
con el carbón del hierro hizo su acero.
Temedle ahora. Dura es, fatídica
la cuarta hora del mundo. Y no pretendas
refugio en las aldeas; que ni vendas
de amor habrá. Camina por la idílica
esperanza del sueño. Y si te quedan
valor y fe refúgiate en la barca
de piedra. Que a los hombres ya le vedan
el amor, las palabras y la marca
de Dios. Así, pues, muere antes que cedan
la vida ante los hijos de la parca.
(soneto de mi poemario Últimos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario