Siempre habrá lugar y tiempo para el sueño; para creer que todo puede existir: hasta los imposibles y las negaciones, lo lejano y lo inalcanzable, lo incomprensible y lo inesperado, el deseo más tímido, la voluntad más necesaria... Y es que nuestras alas están en el alma y el mundo de los sueños se encuentra en el horizonte del mar a la caída de la tarde.
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