Os presento a Lines; Lines era una tortuga sin nombre
hasta el verano pasado en que mis hijas decidieron nombrarla con el apocorístico familiar de su madre;
pero Lines tenía historia, una larga, es decir tortugal, historia.
Según me cuenta mi madre -vida, memoria e inteligencia históricas-, era la tortuga de mi hermano -por tanto ha estado con nosotros desde antes de 1961-; al trasladarnos a Calamonte desapareció y fue encontrada en la calle; posteriormente volvió a desaparecer y nunca más se supo de ella...
hasta el verano de 2006:
un fallo en la programación del riego en nuestro hortal calamonteño produjo la inundación de un agujero en el que la sorprendí bañándose...
pero no pude cogerla hasta que, extrañamente confiada, se aventuró por el patio; la cogí, la introduje en un cubo y me la traje a Mérida para que la viesen mis hijas; éstas, además de ponerles nombre, la adoptaron como emeritense y hasta la fecha sigue en el patio de abajo .
María se ha identificado plenamente con ella hasta el punto de que sólo come de su mano y al comer los quesitos éstos les producen unos curiosos y ostentóreos bigotes blancos; por cierto María obsevó que Lines había perdido un ojo.
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