Te he contestado “buenos días” y no era muy consciente del valor de tu saludo; pero cuando he mirado a tus ojos he creído que Dios, en ocasiones, se asoma en ellos para desearnos sus mejores intenciones mañaneras...
Y es que, en ocasiones, la mirada no sólo es el espejo del alma, sino el propio alma en estado de la mejor gracia.
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Y no es fácil poner un ángel en la mirada ni todos podemos hacerlo.