En Mérida, por encima de cualquier tendencia, incluso política, hay algo que se respeta y considera por sí misma: Santa Eulalia - salvo las consabidas y conocidas excepciones que confirman la conveniencia y la justificación de la regla-.
Aunque no tenga tal reconocimiento antes que Mérida fuese Patrimonio de la Humanidad ya fue ella Patrimonio de la Humanidad hasta límites humanamente imposibles.
Desde hace tiempo lo investigadores eulalienses, conocedores de la enormidad de la mártir emeritense, venimos conformando la necesidad de un Centro de Estudios Eulalienses y Pedro Acedo Penco y Ángel Calle Gragera como alcaldes saliente y presente han puesto la primera piedra de este lugar con la adquisición por parte del Ayuntamiento del Convento de las Freylas o Monjas de la Orden de Santiago.
Este convento, según me refiere mi amigo José Antonio Ballesteros Díez tiene, por explicación de su sobriedad, unos orígenes arquitectónicos muy curiosos que ya desvelará en su momento; ahora bien creo decir que a buen seguro que tanto éste como su precedente de Alcuéscar (ahora en la provincia de Cáceres) poseen la peculiaridad de haber sido los únicos monasterios femeninos extramuros de España.