Pero como si de una novela se tratase realizé la cata del pomeario por la última página... -yo siempre he tenido prisas y ansias, extremas impaciencias y todo me duraba menos que un cerillo en el Pasquín -voy de vuelta, regreso/vuelvo, crezco, maduro/ como árbol seco y seco/ por el virus pérfido/ de la tristeza.-
Mi padre, que no tuvo más vicio que aferrarse a la vida con cada vez menos fuerzas, preparaba de mañana, muy temprano, un singular y exquisito combinado cuando el corazón aún se lo permitió -muchos luegos después dijeron que la química del vino era buena para los males físicos del corazón- : troceaba un melocotón, agosteño y de secano, y lo maceraba en vino tinto; a mediodía él se bebía el vino amelocotonado y yo algún trozo de melocotón avinado. Pero no, yo no hacía oposiciones a alcohólico o a bebedor o a borracho; entonces lo que un niño nunca debía de beber era cerveza; tal sí estaba mal visto y considerado(además sabía a palmetazo o a bofetada o a....) ; el vino, insisto, en casa no estaba mal visto para los niños... ¡cuántas botellas de vino quina Santa Catalina bebería yo al arrimo de mi extrema delgadez (¡pero si es que yo no me estaba nunca quieto¡)¡.
Sin embargo como una suave niebla como se posaba como sobre tu cerebro como en trance como de como suave y como de dulce como sueño...
El poeta escribió/ sus primeras palabras/ en sueños de Morfeo.
Y es que la Poesía de este anónimo poeta en las más de las veces y en las más de las ocasiones viene del sueño: El despertar/ es un sueño muy feo escribe y sueña que el sueño es un/ deseado deseo.
Muy seguro estoy de que mi amigo el poeta no tomaba su primer café con leche en la cama -nuestro café era "camello", portugués o de contrabando, y lo vendía mi vecina Vitoria-. Así yo siempre me despertaba ya bien despierto; a su contrario: Cuando levanto el pie/ oculto la mirada/ del alma.
Pareciera que ser poeta intimista fuese causa o sustento de una melancolía o depresión versodependiente; pero ocurriría lo mismo en su poesía épica - Dios se esconde en/su enormidad- ; incluso con versos burlescos - Él de hombre /ni vida/ ni el nombre o más aún en versos amorosos -mis labios toman/ tus labios/ en tus palabras/ sílaba a sílaba,/ saliva- .
Con la saliva /curábamos los niños/nuestras heridas añade actualizando aquel milagroso recurso de la antigüedad judía y cristiana; aquella sangre, más de rozones que de profundos cortes, sabían a no sé qué salado y como desagradable ácido; algo así tanto como los berros de la ribera de Los Molinos en días de la gira.
Y en sangre/ ahogo/ mis venas,/ mis penas,/ mis señas: cuando el continente no puede más con el contenido el cuerpo explota y se expande como un postrero y analógico big-ban.
Y él creía que de aquel cuerpo iba a originarse todo un nuevo universo: el cielo/ y yo/no somos/seres inciertos; a él voy/ porque de él vengo.
Sin embargo contra su regreso se confabulan la tierra y la madera: Estrella tú eres/ pero astro no serás/; el barro con que fuiste/ modelado era/ barro de engaño; no fuiste/ cogida/ sino fuiste caída/ del árbol.