Llerena...
La noche, el negro oscuro de azabache y carbón en la mina; arriba pequeñísimas salpicaduras de cal blanca proyectadas por una mujer blanqueando las paredes blancas de su casa: mi madre, por ejemplo, con el consiguiente pañuelo negro -de mujer- alrededor de la cabeza y pintas de cal en él y en las gafas protectoras y con un brochón atado a una caña con un trozo de tela.
La noche, el silencio oyéndose en tus propias venas y ocultando tu propio latido; sueños, ensoñaciones, pesadillas:
el tren se desliza por las calles de Llerena desde la estación y llega hasta la puerta de mi casa, yo corro sin moverme y el malo me persigue para darme alcance -lleva un cuchillo enorme-, estoy en las Piedras Baratas y ruedo colchones –es decir me caigo de la cama-.
La noche, el silencio oyéndose en tus propias venas y ocultando tu propio latido; mañana: era el peor de los sueños, era la peor de las ensoñaciones, era la peor de las pesadillas...
¿Y la felicidad y la alegría ...? Quizás traspasadomañana...
Pero yo me despertaba lleno de Historia, harto de pasado actual; aún así era lo menos malo detenerme en un suceso que yo podría controlar -en ocasiones la vida se comporta como L.S.D-.