Yo soy era...
Hace años, tenía unos diecisiete años, quise eliminar los artículos determinados e indeterminados de mis poemas; pero fui desaconsejado de tal antipoética empresa.
Afortunadamente mi vida no todo ha sido poesía y si he llegado a ser nada, a pesar de las más variadas expectativas de mis mentores respecto de mis potencialidades que no por mis posibilidades, es porque me he especializado en la más difícil e imposible empresa humana: ser yo mismo a mi propio pesar, en mi propio pesar y desde mi propio pesar (o ¿desde mi propia levedad e ingravidez?).
Yo soy era...
Dentro de mi mirada os veo: veo a Mánuel, a María Julia, a Conchita, a Juan Larrey, a Jose Manuel, a Pizarro... y en el bando negativo y en el bando de los malos a... ¡no importan ni interesan, murieron por suicidio¡
N.B. En realidad en mí subyace y recrece una esquizofrenia bipolar pero no es un gato independiente y caprichoso que juega mansamente con el ratón sino un perro amaestrado y adulador que protege cuidadosamente al pajarillo.
Y a mí me veo alejado de vosotros y de mí mismo por imperativos y desiderativos de la vida.
Yo ya no soy era...
Pero la vida vive como yo a pesar de la muerte de tantos mortales vivientes o ¿vivientes necesariamente mortales?...
No sé quién es Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate — España, 1904
pero su poema Vivir fue, ha sido y será envidiable
-Vivir, vivir, vivir
cada momento,
que luego hay...
mucho tiempo
de estar muerto.-
y no me importaría cofirmarlo (nuevo neologismo) e integrarlo (especialmente los tres últimos versos) en uno de mis últimos poemarios.