SANTA EULALIA Y SU DIVINA PROPORCIÓN O SANTA EULALIA COMO VÍCTIMA DE UN SACRIFICIO PAGANO.
En mi libro “Santa Eulalia de Mérida, la grandeza de lo pequeño”,[1] basándome en las proporciones existentes entre los valores cristianos de la virginidad -60- y el martirio -100-, confeccioné una Tabla a través de la cual establecía el Canon propio de la Belleza Cristiana.[2] Por tanto concluía que en el martirio una víctima virgen y mártir como Santa Eulalia alcanzaba plenamente una determinada perfección o proporción, la de los seres celestiales, los cuales quedaban definitivamente reconciliados o reasemejados a Dios como en el Paraíso Terrenal al adquirir la inmortalidad[3] en la denominada prolongación[4] del martirio redentor[5] de Cristo.
También los paganos tuvieron su propia Tabla de Belleza;[6] fue ésta la famosa Línea Dividida de Platón.[7]
Pues bien esta Línea Dividida, en palabras de José Ferrater Mora, era literalmente “la línea media que se traza sobre la tabla en la cual se colocan las víctimas propiciatorias”.
Su nombre en griego era el de gramma díja es decir letra hendida, denominación muy apropiada para quienes Eusebio de Cesárea consideraba mártires del Verbo divino[8] y sobre los que el hierro o el látigo escribía el nombre de Jesús[9] separando sus carnes y la sangre y el alma de sus huesos.[10]
Por tanto al presentar Aurelio Prudencio Clemente a Santa Eulalia como una víctima de los sacrificios idolátricos pretendía mostrarles a los propios idólatras los peores augurios a través de la paloma que, como signa extraordinaria, salía de su boca.[11]
[1] p.69.
[2] He aquí la fórmula completa: AC/BC=BC/AB=160/100=100/80=1´6 ≈ 1´666
[3] Mateo 19, 29
publicado en la revista EULALIA, 2005.
[4] “El martirio -escribe Hamman- ha sido considerado siempre como el sacramento de la plenitud y de la culminación. Es el desarrollo total y supremo de la gracia bautismal, que va hasta la identificación, puesto que cabeza y miembros no forman más que uno. “El cuerpo entero de Cristo gime en las pruebas, y hasta el final de los siglos, y cada uno de nosotros, por su parte, grita en este hombre único”, escribe San Agustín”. Hamman, A.G. El martirio en la antigüedad cristiana. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998. pp. 20 y 21.
[5] ya que el Todo es el Mayor como el Mayor es al Menor es decir Dios es a Jesucristo como Jesucristo es al Mártir; a través de esta proporción puede intuirse el valor medianero de Jesucristo entre Dios y el Hombre.
[6] Las Tablas de Belleza también pueden ser utilizadas como instrumentos de conocimiento de la realidad Véase: Platón, La república, Libro VI, XX, 509 d, traducción de José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano, Alianza, Madrid, 198, p. 363 y 364; G.M.A. Grube en El pensamiento de Platón, traducción de Tomás Calvo Martínez, Grados, Madrid, 1987 y Ferrater Mora, p.1985, Diccionario de Filosofía, Tomo III, Alianza, Madrid, 1990-
[7] La República, Libro VI, XX, 509 d
[8] Historia eclesiástica, VIII, II, 2-5. editorial Católica, Madrid, 1978.
[9] Peristéfanon III, v. 137 y ss.
[10] Louis-Jean Calvet hace derivar del indoeurpeo *ker-*sker tanto “cortar” como “escribir”, pp. 89 y 90 en Historias de las palabras (etimologías europeas), Gredos, Madrid, 1996; por otra parte es muy significativo el parentesco fonético entre los instrumentos de cortar y los de escribir especialmente en lengua latina.
[11] “También el propio esbirro vio al ave salir públicamente dela boca de la muchacha...”vs. 170 a 175.Prudencio, Obras, II, Traducción de Luis Rivero García., Gredos, Madrid, 1997.