Una pequeña intervención quirúrgica me permite estar ahora escribiendo; por ello no quisiera pensar en la Teoría General de Sistemas o en la Teoría del Caos o (toco madera)... pero la actualidad se impone: mañana Isabel Velázquez, presenta en el Museo Nacional de Arte Romano su traducción del inconmensurable romano-visigótico "Libro de las Vidas de los Obispos Santos emeritenses" de la que ya haré reseña.
Pero ahora, como en cuestión de Amor, he de introducirme en esto de la Historiografía... desde mi particular punto y coma profundo de vista.
Yo sigo siendo, por privilegio, poco y menos filoyanki; sin embargo aún me entusiasman algunas de sus realizaciones intelectuales; por ejemplo me entusiasman sus interpretaciones sobre las culturas "mesoamericanas" como procesos.
Y es que la Historia es un proceso, un conjunto de procesos interprocesuando, claro.
Así a unos viejos "sin papeles" se les concedió Gallaecia, Lusitania y Bética para que no molestasen a la más imperial Tarraconensis...
Pero sin estos simpapeles (nuevo neologismo) ¿habría habido Cristianismo?
No, sin la Crisis del Imperio Romano rematada por la invasión de los pueblos germánicos no habría habido Cristianismo "sub dio", es decir al raso, bajo el sol y las estrellas.
Lo nuevo, y el Cristianismo lo era, sólo aparece en el Punto Curie:
“nada nuevo -escribe Horgan- puede emerger de sistemas con alto grado de orden y estabilidad, como los cristales (o el Imperio Romano prediocleciano y según su querencia). Por otra parte, los sistemas completamente caóticos, como los fluidos turbulentos o los gases calientes, son demasiados informes. Los objetos realmente complejos -las amebas, los especuladores en bonos y similares ( y el Cristianismo también)- hacen aparición en la frontera entre el orden rígido (V.G. particular: Diocleciano) y el azar (V.G.particular: los pueblos germánicos)”.
Sin embargo para el triunfo del Cristianismo fueron, además, necesarios Fidel, Paulo y Masona/Mausona ( y la laly y quien revoloteaba sobre ellos por ella...).
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