Seguro que si la comunicación se hicese directamente a través de la mente más de uno, incluido yo, andaríamos con la cabeza gacha...
Sí, sí; como quiera que suceda que nuestros pensamientos son peores, por más arcaicos, que nuestras palabras bien seguro que en vez de sustancia gris nuestro cerebro tendría sustancia roja, mezcla de rojo granate y rojo burdeos.
[acaso el lenguaje hablado surgió para dar tiempo a que el pensamiento mejorase; de hecho puede darse un fenómeno tal en el niño: no ha terminado de dar una respuesta inadecuada cuando ya está rectificando]
No obstante uno de los personajes que se forman en mi interior es consciente de que no existen suficientes palabras para decir lo que siente, desea, quiere, pretende, sueña o espera...
- Para tal cuestión están las frases -le responde el acadecimista-.
Pero no; a cada frase debiera corresponderle una palabra según el personaje citado; para él una novela o un poemario habría de ser una nueva palabra que con otras palabras similares escribiesen una nueva frase/novela u otra frase/ poemario.
- ¿Y tendrían las mismas reglas gramaticales?- le respondió otro de sus compañeros, el más gracioso.
Para recordarle que no hemos agotado todo el vocabulario he tomado el libro Paráfrasis sobre el Cantar de los Cantares en modo pastoril escrito por Benito Arias Montano, frexnense -por su lugar de nacimiento-, badajocense -por la ubicación espiscopal de su lugar de nacimiento- y sevillano - por razón de la jurisdicción civil de su lugar de nacimiento-; pero extremeño porque así de rotundamente lo expresba su compatriota Díaz Tanco.
Arias Montano tenía la misma mala mena, y he escrito mena y no vena, poética que Cervantes.
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