podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

lunes, enero 21, 2008

Y VIMOS SU ESTRELLA EN ORIENTE.


El Concilio Vaticano II, casi tal como el Concilio de Tours, revolucionó la liturgia en la Iglesia.
(Si aquel le dijo a los hombres que Dios entendía sus nuevas lenguas y que podía hablarle en román paladino, éste les dijo que podían ir a misa en sus respectivas lenguas y que como Dios desde siglos antes se iban a enterar de lo que le decían).
La revolución formal fue impresionante:
- sacerdote y plebe se dispusieron cara a cara.
(y el Oriente presbiterial se situó en el Occidente).
- se acabaron los misales… de entretenimiento y distraimiento.
- y las velaciones de los altares.
( el espectacular alzado del velo morado del altar mayor de la iglesia de Santiago. posterior a la peligrosa bajada de las gigantescas estrellas de su bóveda).
- y los velos de las mujeres.
- y hubo más movimiento entre los fieles: de pie, sentado…
- y muchedumbres dejaron de ir a misa.
- y llegó a Llerena en pantalones vaqueros y sin sotana un cura mulato portorriqueño que además trabajaba en los muelles de Nueva York. Cuando abría sus manos en posición de orante impresionaban por su aspecto de cristo negro anoréxico; en un principio extrañó pero luego fue extrañado (fue mi primer contacto con la iglesia profética).
Benedicto XVI ha vuelto a mirar al Oriente al decir misa.
Y hay algún “sabio”, el mismo que dice que los jesuitas forman el grupo más numeroso de la Iglesia - cuenta según él con “19.000 fieles”- que lo ha interpretado como un “darle las espaldas a los fieles (¿a los 19. 000 jesuitas?)”.

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