He sacado una viejísima carpeta de color azul de, al menos el año 1978 según una referencia en ella escrita; contiene LA CARPETA [ÁLVAREZ104-b] una gran cantidad de folios, servilletas y dinacuatros con versos, dibujos y otros entretenimientos.
Según estos papeles el día 9 de oktubre de 1977 me encontraba en Kalamonte y comenzaba a escribir (por entonces yo escribía-siempre he creado mundos a mi forma, capricho y medida - según mi particular reforma fonológica):
Sí, ke bajo tus ojos
la luz alba, primaria;
el beso enamorado, la kriatura
úmeda y en tí primaria.
I por ensima de tu piel esperansa
mi estatura con piel de naranja.
Aquel mismo día escribi otro poema titulado "Epitafio para mi partida de nasimiento (había tachado bautismo)", y el poema comenzaba así:
Si è muerto no lo rrecuerdo, si estoi bibo no
lo presiento.
I no me inporta no saberlo, ni tenerlo eskrito (originalmente "apuntado")
en el diario.
Encuentro un dinacuatro con un poema de los años noventa escrito casi todo con mi color preferido de ingreso y de bachillerato: el verde de los bic naranja y cristal de mediados de los años sesenta:
Yo te saludo con
el beso de una
paloma.
En el reverso del dinacuatro anterior hay dos cuartetos acabados de un inacabado soneto:
La palabra no supo ser ayer
el tiempo. Pero habrá un momento puro
en el que la palabra, a golpe oscuro,
...
Los días 15 y 16 de septiembre de 1976, como era lógico desde la muerte de mi hermano, no eran días felices; entonces escribi:
Estoy solo frente a mi tumba:
el cristal será el ataúd,
la cortina el sudario
y las macetas los amigos..
Yo seré el desagüe del agua...
Algo "gordo" sucedió el 24 de julio de 1978 por cuanto dejé escrito que:
Y kontigo llo no è muerto
an sido las estrellas asesinadas.
Y es que, al menos desde el 4 de junio, "estaba yo de un trágico"...
Aller le rrobaron los ojos;
oi le arrancaran la mirada.
En 1975-76 conocí mucha y diversa y hasta muy rara gente en la pensión en que me hospedaba-incluido el¡...¡ del dueño-; entre ellos un chaval deficiente; éste se había escapado de su casa en Madrid; pero padecía de una consecuente eneuresis nocturna y, a la segunda meada, el ¡...¡ del dueño lo echó; afortundamente Manolo, Suso, yo y algún otro nos hicimos cargo de su problema y decidimos que durmiese en uno de los sillones de nuestra gran habitación de cuatro camas; pero el "joío" echaba de menos las sábanas y una mañana, tras irnos a las prácticas, se acostó en una cama y al "calorcito" y el "relax" se quedó nuevamente dormido y dejó nuevamente empapado y maloliente el colchón.
El ¡...¡ del dueño montó en cólera y el muchacho desapareció para siempre porque ya no podíamos cobijarle a escondidas ni proporcionarle otro alojamiento.
Como virtud prodigiosa aquel muchacho brincaba saltando como una gacela dando "vueltas campanas" hacia adelante; y realizaba aquellos saltos, peligrosísismos sobre el asfalto de la calle Zorrilla, como para darnos las gracias y expresar la alegría inmensa que experimentaba con nosotros; su léxico, muy dotado de frases hechas, era muy pobre y casi siempre acababa, tras invitarnos a trotear mundo con él, diciendo:"Comer no comeremos, pero reir...".
Sabe el frío del cuerpo;
sabe el frío del alma.
Desconoce el calor y su color.
Y por ello conoce la amargura
de hallar cerradas puertas y ventanas.
Su traje es del vencido;
su casa es del incendio que poco a
poco se apaga. ¿Quién le prestará
una ventana abierta?
Mañanas nos veremos,
contaremos las penas y desgracias.
Sobre todo reiremos.
Según estos papeles el día 9 de oktubre de 1977 me encontraba en Kalamonte y comenzaba a escribir (por entonces yo escribía-siempre he creado mundos a mi forma, capricho y medida - según mi particular reforma fonológica):
Sí, ke bajo tus ojos
la luz alba, primaria;
el beso enamorado, la kriatura
úmeda y en tí primaria.
I por ensima de tu piel esperansa
mi estatura con piel de naranja.
Aquel mismo día escribi otro poema titulado "Epitafio para mi partida de nasimiento (había tachado bautismo)", y el poema comenzaba así:
Si è muerto no lo rrecuerdo, si estoi bibo no
lo presiento.
I no me inporta no saberlo, ni tenerlo eskrito (originalmente "apuntado")
en el diario.
Encuentro un dinacuatro con un poema de los años noventa escrito casi todo con mi color preferido de ingreso y de bachillerato: el verde de los bic naranja y cristal de mediados de los años sesenta:
Yo te saludo con
el beso de una
paloma.
En el reverso del dinacuatro anterior hay dos cuartetos acabados de un inacabado soneto:
La palabra no supo ser ayer
el tiempo. Pero habrá un momento puro
en el que la palabra, a golpe oscuro,
...
Los días 15 y 16 de septiembre de 1976, como era lógico desde la muerte de mi hermano, no eran días felices; entonces escribi:
Estoy solo frente a mi tumba:
el cristal será el ataúd,
la cortina el sudario
y las macetas los amigos..
Yo seré el desagüe del agua...
Algo "gordo" sucedió el 24 de julio de 1978 por cuanto dejé escrito que:
Y kontigo llo no è muerto
an sido las estrellas asesinadas.
Y es que, al menos desde el 4 de junio, "estaba yo de un trágico"...
Aller le rrobaron los ojos;
oi le arrancaran la mirada.
En 1975-76 conocí mucha y diversa y hasta muy rara gente en la pensión en que me hospedaba-incluido el¡...¡ del dueño-; entre ellos un chaval deficiente; éste se había escapado de su casa en Madrid; pero padecía de una consecuente eneuresis nocturna y, a la segunda meada, el ¡...¡ del dueño lo echó; afortundamente Manolo, Suso, yo y algún otro nos hicimos cargo de su problema y decidimos que durmiese en uno de los sillones de nuestra gran habitación de cuatro camas; pero el "joío" echaba de menos las sábanas y una mañana, tras irnos a las prácticas, se acostó en una cama y al "calorcito" y el "relax" se quedó nuevamente dormido y dejó nuevamente empapado y maloliente el colchón.
El ¡...¡ del dueño montó en cólera y el muchacho desapareció para siempre porque ya no podíamos cobijarle a escondidas ni proporcionarle otro alojamiento.
Como virtud prodigiosa aquel muchacho brincaba saltando como una gacela dando "vueltas campanas" hacia adelante; y realizaba aquellos saltos, peligrosísismos sobre el asfalto de la calle Zorrilla, como para darnos las gracias y expresar la alegría inmensa que experimentaba con nosotros; su léxico, muy dotado de frases hechas, era muy pobre y casi siempre acababa, tras invitarnos a trotear mundo con él, diciendo:"Comer no comeremos, pero reir...".
Sabe el frío del cuerpo;
sabe el frío del alma.
Desconoce el calor y su color.
Y por ello conoce la amargura
de hallar cerradas puertas y ventanas.
Su traje es del vencido;
su casa es del incendio que poco a
poco se apaga. ¿Quién le prestará
una ventana abierta?
Mañanas nos veremos,
contaremos las penas y desgracias.
Sobre todo reiremos.