En ocasiones escribir es merodear por el sueño más peligroso:
el 6 de septiembre de 1978 escribía yo que Estoy en los umbrales de la esquizofrenia. Mi cuerpo es una pesada envoltura que aprieta la porción cósmica de mi espíritu creador. Soy incapaz de mover el cerebro hacia el raciocinio. Me han inhibido, me han imposibilitado. No quiero morir el espíritu, sí romper el cuerpo.
Pero a continuación versificaba:
Amor, amor tan cósmico,
suicidio vegetal;
los pies de rama
en desderrame;
la voz, y gafas negras,
grito de cobre.
La vida, amor, la vida,
un hilo, y no la aguja,
y sobre el pie un escoplo.
Amor, amor tan cósmico,
calles sin casas,
esqueletos en serie,
los árboles, el agua
son dos puñales.
Sin embargo la vida tiene sus momentos bellos y el 5 de julio de 1980 escribía
Vuelven los pájaros,
vuelve la luz.
Es el regreso
de la alegría,
de un trino amor,
de un niño sol.
Curiosamente el poema lo escribía en Mérida, lugar de mis más plenas satisfacciones.
el 6 de septiembre de 1978 escribía yo que Estoy en los umbrales de la esquizofrenia. Mi cuerpo es una pesada envoltura que aprieta la porción cósmica de mi espíritu creador. Soy incapaz de mover el cerebro hacia el raciocinio. Me han inhibido, me han imposibilitado. No quiero morir el espíritu, sí romper el cuerpo.
Pero a continuación versificaba:
Amor, amor tan cósmico,
suicidio vegetal;
los pies de rama
en desderrame;
la voz, y gafas negras,
grito de cobre.
La vida, amor, la vida,
un hilo, y no la aguja,
y sobre el pie un escoplo.
Amor, amor tan cósmico,
calles sin casas,
esqueletos en serie,
los árboles, el agua
son dos puñales.
Sin embargo la vida tiene sus momentos bellos y el 5 de julio de 1980 escribía
Vuelven los pájaros,
vuelve la luz.
Es el regreso
de la alegría,
de un trino amor,
de un niño sol.
Curiosamente el poema lo escribía en Mérida, lugar de mis más plenas satisfacciones.
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