Si el sentido corriente de las palabras no nos permite ningún descubrimiento capaz de elevarnos, de instruirnos, de acercarnos al Creador, entonces el vocabulario se vuelve inútil. El verbo, que asegura al hombre la superioridad indiscutible, la soberanía que posee sobre todo lo viviente, pierde entonces su nobleza, su grandeza, su belleza, y no es más que una triste vanidad. Sí; la lengua, instrumento del espíritu, vive por sí misma, aunque no sea más que el reflejo de la Idea universal.
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¡Cuántas maravillas, cuántas cosas insopechadas no descubriríamos, si supiéramos disecar las palabras, quebrar su corteza y liberar su espíritu, la divina luz que encierran¡ Jesús se expresó sólo en parábolas.
p.54, FULCANELLI, El misterio de la catedrales, Plaza & Janés, col. Rotativa, Barcelona, 1972.
Yo pertenezco a la generación "rotativa"; era una colección de libros baratos, interesantes y miscelánicos generalizada entre los "intelectuales" de entonces; mi primero fue Evolución, Marxismo y Cristianismo; luego vinieron entre otros Teoría del Psicoanálisis, Rubayyat, El Mono Desnudo, Epistolario I, II, Suecia, Infierno y Paraíso, El fenómeno L.S.D., etc. etc.