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Siempre creí que su nombre se debía a la Cruz que, a mitad de la calle y como único monumento, se erguía en la esquina y era el centro de los rezos laicos del mes de mayo.
En realidad, según me lleva a deducir María del Pilar de la Peña Gómez, su Cruz distintiva se utilizó para “cristianizar” expresamente la “morería” medieval llerenense que se encontraba allí; de hecho ahora la calle transversal ha vuelto a denominarse “Morería y Herreros”(antes la desembocadura de esta calle en el portillo que daba al Arrabal de Tejeiro era conocida por la Travesía del Pozo).
Evidentemente mi calle no era sólo un conjunto de casas de las más variadas formas y tamaños en las que morábamos muchas y diversas familias; fundamentalmente mi calle era gentes, buenas gentes, muy entrañables buenas gentes como Vitoria, como Eulogio, como Julián o Angelita, como Penco o su hijo Perruzio -según mi padre que lo adoraba-, Juana la de Carabina, las Carmen…
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