podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

viernes, enero 26, 2007

del poemario en preparación UNA PARTICULAR INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA DEL MUNDO


A lo mejor yo fui el primer hombre...”, p. 17. Francisco Mena Cantero.
La fe que nos lleva, Fundación Fernando Rielo, Sevilla, 2002.


Seguramente
que yo
estuve en el
primer pecado;
pero también
estaba Dios
pues desde entonces
me acusa convencido
¡Tu también has sido¡

Y ¿por qué sin rogada influencia
yo entro en el protocolo de la muerte?

El gato con hermano
en mí rimaban, claro;
también jugaban,
embargo.

Y a los muertos
se les va todo el mundo
en un de repente.

Pues no todo será
química porque
a mí me gusta
tu física
y tu geografía,
que es bella anatomía...
(A Mariángeles Lavado García).

LA MUERTE.
- Pero te quitaré yo de estos versos
porque tú no eres rima ni vocal
ni sílaba ni acento
(SÓLO COMO TÍTULO
TE ME HAS IMPUESTO).

Que sí ya sé el origen de
mis pesadillas:
persíguenme
los peores süeños
de mucha tanta mala gente...

MALDICIÓN DEL HOMBRE A LA MANZANA.
- Y a ti no sólo boca humana
te saboreará
mortalmente; gusanos ciegos
te comerán por dentro
para sobrevivirte ufanos
y contentos.
Y RESPUESTA DE LA MANZANA:
- Je, je...

Y no por más pequeño...
el hombre repitió lo del ángel.
Y es que a Dios
le crecen...

Y sin quererlo yo
me lo jugué
todo a una misma fecha.

A la vida nací un solo día,
a la muerte nazco tantos...

Todo tú, tan sólido
te conviertes, empero,
en polvo.


El alma deber ser
el agua y el tanto
por ciento de agua
¡¡¡sí¡¡¡totalmente escasa.

Se me dio poder para
hacer un mundo nuevo
construir paisajes.
Pero puse colillas,
y desesperaciones
y miedos, turbaciones y desganas,
arranqué flores,
pisoteé inocencias,
di de patadas
al sueño...

Rabelais nos hubiera dicho
que si por un bocado
vino el pecado al mundo, por
otro bocado
llegó la salvación.
Y es que en el cielo
también
hay cocina de autor...

Y tú me vienes como
anillo al dedo; a poco
que engorde yo
me ahogarás muy presto...

Y ya püesto
como Antonio Machado,
en su último momento,
me acerco al cielo:
mis versos cada día
son más pequeños.