podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

sábado, enero 20, 2007

poemas de ANTONIOLOGÍA, I.

.............................................................................. Caricatura de Juan Larrey Hoyuelos, Llerena 1971.
2. Mi mundo es el de las estrellas,
mi mundo no es monotonía,
mi mundo es la poesía
que mana de las cosas bellas.
Llerena 1969.

11 de enero de 1977:
ha nevado a frío intenso,
he vivido un poco nada.
Hay gente que habla, ríe;
hay gente que estoy solo.
Allí la mesa, aquí la silla
¿dónde el hombre,
dónde la vida?
Ha nevado a frío intenso
y he vivido un poco nada
y he mirado un espacio
y no he visto al hombre:
¿dónde lo esconden,
dónde lo guardan?
11 de enero de 1977:
Nerón mata a su madre,
Cleopatra ama a César,
Napoleón entra en Rusia,
Washington duerme.

Si la vida te mastica
es que existes levemente.
te vive y vives un hueso;
nada más que un guijarro.
No te quejes,
al menos, estás en movimiento
y tú no eres movimiento
sino un deseo; es decir, la nada.

Lloverá.
Sí.
Lloverá.
Y vendrá el fuego,
llegará la luz.
Y nacerá
alegre,
amante;
al fin, HOMBRE.
[1]

Si pregunto por la nieve
responde el viento de ayer ceniciento.
Mas no han de arder
de nuevo y de hielo.
Es tanto el cansancio
de los muertos
con olor a bocalma y labiopecho...
que el amor
no una canción,
un niño naciendo...
en Bar “LA MARINA”, Calamonte 15- octubre-79.

Dios te alivie, Extremadura;
llena eres de frías sombras,
la vejez está contigo.
Bendita entre las tierras,
bendito el vientre tuyo
engendrador de hombres tristes.
Santa tierra mía,
madre de los hombres que padecen hambre,
ruega por nosotros soñadores
y no nos dejes caer en
el cansancio, mas libéranos
del sueño. Amén.
publicada en la sección Poesía extremeña actual de ”HOY” el11-8-74.

Un muerto se está riendo
al ver tantos difuntos
llevando al cementerio
jazmines sin futuro.

“Tengo sed
de agua”
dijo el viejo desdentado...
- Se le ha caído la vida,
el paso y la chaqueta,
se le ha arrugado el inexistente pasaporte
(Parece que no quiere ser hombre).
“Yo no quiero morir”
dice el viejo desdentado...
En la pared duerme su soledad,
en el humo envuelve su frío.
No, este hombre no es normal,
este hombre no tiene pasaporte
sí una chaqueta y un “celtas” corto.
“No quiero comer,
prefiero la cama”,
dice el viejo desdentado.
Los ángeles duermen en seda,
los hombres beben cocacola,
unos viajan por necesidad;
yo viajo
ni pregunto
ni lo digo
porque aún no tengo pasaporte.
30 de diciembre de 1977. En la sala de espera de la Estación de RENFE de Valladolid cuando es la una y cinco de la noche.

Esta tarde de domingo estival
hay gente en la playa de al lado
bronceando las conciencias,
poniéndolas opacas para que el amor no las penetre.
Esta tarde, en alguna parte,
unos hombres merendarán un cadáver
y, quizás, mañana desayunen un cáncer.
Esta tarde van a ocurrir todos los hombres
y, como siempre, el hombre
será ajeno a este acontecer.
Después de ver lo que sucede todas las tardes
te dices que la vida es una experiencia ceniza.
Han impuesto cánceres para respirar,
tuberculosis para almorzar,
anginas de pecho en el refresco,
depresiones en el parque.
Todo lo han sembrado de enfermedades
y a Dios quisieron inyectarle el virus de la lepra

Hoy has de sonreír
porque las nubes
dejan caer la lluvia
y porque todavía quedan flores
en los jardines.

Podréis cortar todas las flores;
siempre habrá un hombre semilla.

Ofréceles una mano
y ve con ellos,
amigo y hermano.
Sus gritos no lo oyes
porque gritan bajo;
acércate a ellos;
quieren ser amados.
Danos la mano
y ven con nosotros,
amigo y hermano.
Somos otros niños, somos otros hombres,
lluvia de amor que aun no conoces.
Ofréceles una mano
y ve con ellos,
amigo y hermano.

Recitados:
Dale tu boca al que no habla,
tu pie al que no anda,
tu mano al que no agarra,
tu ser al necesitado,
al que no tiene prisa ni engaño,
al que todos amaremos hermano.
Proyéctate en un niño subnormal,
solidarízate contigo mismo,
con tu infancia y su alegría,
con tu vida y su esperanza.
Él es como tú,
como la piedra,
como el barro:
ángeles de amor,
sonrisas de canción.
Danos la mano
y ven con nosotros
amigo y hermano.
Ofréceles una mano
y ve con ellos,
amigo y hermano.
Sus gritos no lo oyes
porque gritan bajo;
acércate a ellos,
desean ser amados.

DE REGRESO.
Y en los campos sudor
lirios para los hombres
de regreso a la tierra.
Hágase sobre ellos la luz
de la naturaleza
y canten los pájaros cantos de agua
en los surcos del alma.
Vuelve, hombre, mano, pecho y sementera;
vuelve, hombre, regresa a ser tierra
y toma por esposa la semilla;
en su verde vientre amarillo
descúbrete posible, viento, humano.

RUEDO.
El toro se ha mirado yegua
sin cuernos;
con el hocico
el toro se mira hombre.
¡Eje, toro, eje¡
El toro y el camino verde,
el polvo tras el toro sucio.
¡Eje, toro; eje¡
Ríete toro;
en tu mirada
no clavan rejones de muerte.

Hace un momento,
la pausa y el júbilo
o un pez por tu rodilla...
Hace sólo un instinto
de luz desnuda
que ha sucedido
como una pluma
de vez y tiempo
tu cuerpo entero
sobre mi cuerpo
de cristal pasajero.
Yo estaba en ti
como el ala del pájaro
dentro del viento...
Podría ir más lejos
(que el alfabeto
que deletrea el tiempo)
pero sin horizontes
ni espejo cierto
en el que acechar
como roja columna
de fuego y tiempo
nuevamente mi cuerpo
para tu cuerpo entero.
Si ahora ha sido el sol
quizá mañana
también la luna
sea una estrella
de tu cuerpo, ya entero,
en mi cuerpo, ya cuerpo
de tiempo adentro,
de cristal transparente
para un sol contra
el tiempo.

Si el tiempo fuera
dentro tierra y
la tierra fuese
verbo ir de mañana
yo te conjugaría
en todos sus tiempos:
la frente,
el hado,
el hueco
y el por venir.
Y mar adentro
el fuego
contempla
en cada espejo
un verso reflejo:
el tiempo
siempre
presente
o pasado
u oscuro.

Si el mar fuera posible
entre tus venas
el silencio del polvo estéril
sería el hombre
jugando al amor con
canicas nuevas.
Te lo asegura el viento, la palabra;
lo escribe el tiempo.
Niña, ¿cómo te llamas?
¿Fuego, agua, olor a tierra o no perdiste
la boca, la esperanza?
¡No!, niña, amor, ¡no!, calla...
un niño, hijo del viento,
dibujará en tus pechos
su primera palabra:
el hombre es no imposible,
mirarlo y en su lugar
un vestido, piel sí estrellada.

Incluso yo te supe más allá
de toda palabra incolora.
Ojalá hubiera sido hombre común,
hombre de sed, también de esqueleto.
Entonces yo no hubiera habitado en
tus silencios quebrados
ni hubiera paseado en tu figura.
Pero olvidamos tantas cosas...
Olvidé que clavado el hierro,
hiere, marchita y quema;
olvidé que, encendiéndose
el fuego,
fuerza, desgarra y rasga.
Pero ante todo
olvidé que el amor
no siempre es primavera
y que, a veces, los pájaros sin nido,
de forma presurosa,
hacen cola a la puerta de la muerte.

Hoy te inauguro
ventana,
reloj,
silla, una carne
o esencia.
Hoy tú me estrenas
bolígrafo,
manzana,
amante endémico.
Hoy eres,
renaces,
te eterconviertes
y cierras:
el cabello enredado
a las amígdalas
del tiempo,
soplo de psique virgen
en perpetuo silencio.
Eres tú más
soy yo
estando en ti igualmente
a través de la vida.
No fui yo entonces
ni más tarde fui viento
ni luego espuma de mar.
En nuestro nombre
yo cabalgaba
tan lentamente
el nuevo abecedario
de una pequeña
eternimïedad...

[1] En 1978 este poema se convirtió en el epitafio de la tumba de mi padre.