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Y es que, como no hace muchos días, le oí comentar a “una sudaca” que paseaba a una mujer mayor emeritense por la Calle de Santa Eulalia: “a mí nadie me habla”.
Y no creo que sea problema de lenguaje...
Pero Don Antonio, que es un cristocéntrico, es también eulalio, es decir, "bien hablado" - y consecuentemente un buen "escribidor"-, porque dice y escribe animado con la esperanza y el Espíritu impreso del “montañés”; pero lo hace con una particularidad divinamente humana: al contrario que Cristo, él sí sonríe, porque él pertenece a la generación de quienes se toman en serio a Cristo, al Cristo resucitado que, a pesar de la muerte, es esperanza y vida y, francamente, la mejor sonrisa.
En fin don Antonio viene a decirnos en sus desgarradores villancicos, en los que la pandereta es sustituida por el tambor fúnebre, que “si Dios no se hiciese como de hombre cómo el hombre habría de hacerse como de Dios”.
Y en esta convergencia no hay misterio sino un puente: Antonio Bellido Almeida en quien, a través de su mano, se ha emplumado, una vez más el Espíritu profético de Dios.
Gracias, querido amigo.
25 de diciembre de 2006, Día de la Natividad del Señor.
Y con la deseada aquiescencia del autor integro los penúltimos versos del último Villancico del libro, tan bello como dramático y humano en el que el poeta transcribe a Dios en los hombres con una sensibilidad inusual:
VILLANCICO DEL DESTIERRO.
"Toma el niño y a su madre y huye a Egipto, Herodes busca al niño para matarlo".Mt. 2, 13.
...
Dos años viven, mal viven,
"sin papeles", en la ausencia.
-"¿Dónde está tu Dios?, me dices.
En la piel de cada pena.
...