podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

sábado, enero 20, 2007

A ORILLAS DEL MISTERIO-VILLANCICOS- DE ANTONIO BELLIDO ALMEIDA.

Tras el extraordinario prólogo de D. Antonio Montero, arzobispo emérito, pocas consideraciones más pudieran decirse del contenido del libro y de su autor; pero no quiero sino hacerle llegar que, según modestamento interpreto, es la primera vez que un poemario de villancicos, también entre cualquiera de ellos espigados de cualquier momento, se establece la simetría entre el parto de la Virgen María y el parto de cualquier mujer de cualquier tiempo: pues aún cuando en él también nace el hijo de Dios hay en este poemario no peines de plata fina sino niños y adultos que se ahogan; además sino frío amargo, sangre de parto, dolor insoportable sin ningún tipo de epidural, angustia y miedo… y soledad porque ni los suyos les conocían ya ni les podían albergar... es decir una descripción de realidades, ajena a tantos que sólo esnifan perfumes porque Dios y su Hijo no simbolizan ni representan a los más afortunados ni a los mejores - incluso el hijo de Dios como revolucionario frente a los revolucionarios hijos de los hombres no nació entre algodones como justificación de su proclividad revolucionaria-; al tiempo establece Bellido Almeida, también, la simetría dolorosa, lastimera, entre el parto de María y de las descolocadas actuales…Egipto fue la tierra de salvación pero en Egipto sólo hay refugio pero no hay gentes que te den las buenas tardes o la bienida.
Y es que, como no hace muchos días, le oí comentar a “una sudaca” que paseaba a una mujer mayor emeritense por la Calle de Santa Eulalia: “a mí nadie me habla”.
Y no creo que sea problema de lenguaje...
Pero Don Antonio, que es un cristocéntrico, es también eulalio, es decir, "bien hablado" - y consecuentemente un buen "escribidor"-, porque dice y escribe animado con la esperanza y el Espíritu impreso del “montañés”; pero lo hace con una particularidad divinamente humana: al contrario que Cristo, él sí sonríe, porque él pertenece a la generación de quienes se toman en serio a Cristo, al Cristo resucitado que, a pesar de la muerte, es esperanza y vida y, francamente, la mejor sonrisa.
En fin don Antonio viene a decirnos en sus desgarradores villancicos, en los que la pandereta es sustituida por el tambor fúnebre, que “si Dios no se hiciese como de hombre cómo el hombre habría de hacerse como de Dios”.
Y en esta convergencia no hay misterio sino un puente: Antonio Bellido Almeida en quien, a través de su mano, se ha emplumado, una vez más el Espíritu profético de Dios.
Gracias, querido amigo.
25 de diciembre de 2006, Día de la Natividad del Señor.

Y con la deseada aquiescencia del autor integro los penúltimos versos del último Villancico del libro, tan bello como dramático y humano en el que el poeta transcribe a Dios en los hombres con una sensibilidad inusual:

VILLANCICO DEL DESTIERRO.
"Toma el niño y a su madre y huye a Egipto, Herodes busca al niño para matarlo".Mt. 2, 13.
...
Dos años viven, mal viven,
"sin papeles", en la ausencia.
-"¿Dónde está tu Dios?, me dices.
En la piel de cada pena.
...