La Cantilène de sainte Eulalie ha vuelto a ser musicada siendo realizada la extraordinaria labor por mi entrañable amigo Manuel Domínguez Merino ,"el músico de santa Eulalia" en excelencia- vivamente le agradezco la dedicatoria-; además de director del Coro de su Basílica es la primera autoridad en este aspecto eulaliense y le debemos numerosas e importantes investigaciones sobre él y bellas musicaciones sobre la Mátir emeritense, especialmente con los versos de Antonio Bellido Almeida- para ampliar su interesante perfil como músico y también como traductor véase su página web y en ella este enlace.
La Cantiléne de sainte Eulalie es el primer texto de la literatura latinoeuropea y en esta hermosa musicación de Manuel Domínguez Merino alcanzamos a oir el paso ilusionado hacia la muerte para quien la muerte, según interpreta Jhon Petruccione, era la consumación de su epitalamio místico.
La Cantiléne de sainte Eulalie es el primer texto de la literatura latinoeuropea y en esta hermosa musicación de Manuel Domínguez Merino alcanzamos a oir el paso ilusionado hacia la muerte para quien la muerte, según interpreta Jhon Petruccione, era la consumación de su epitalamio místico.
DE LA CANTILÈNE DE SAINTE EULALIE POR JOSÉ CABALLERO RODRÍGUEZ CON MOTIVO DEL XVIII CENTENARIO DEL “DIES NATALIS” DE SANTA EULALIA.
La[1] Eulalia fue una buena doncella
que si tuvo cuerpo hermoso, más hermosa tuvo el alma.
Quisieron vencerla los enemigos de Dios,
quisieron hacerla servir al diablo.
Pero ella no escuchó a los malos consejeros
que la empujaban a renegar del Dios que está en el cielo.
Ni el oro, ni la plata, ni las riquezas
ni las amenazas del rey, ni las súplicas;
ninguna cosa consigue doblegar
a la joven para que no prefiera siempre el servicio a Dios.
Y por eso fue presentada ante Maximiano,
que era en aquellos días el rey de los idólatras.
Él la reconviene, esfuerzo vano,
a que abjurase de su fe cristiana.
Ella se reafirma;
mejor soportaría las torturas
que perder la inocencia.
Por ello muerta fue, con alta dignidad.
Al fuego la arrojaron para que de inmediato ardiera
pero al no tener pecados, no se abrasó.
No quiso resignarse el rey de los paganos
y con una espada ordenó cortarle la cabeza.
La damisela no se opuso a tal cosa.
Quería abandonar este mundo y así se lo pedía a Cristo.
En forma de paloma subió al cielo.
Roguémosle todos que eleve una plegaria
para que Cristo se compadezca de nosotros
tras la muerte y nos deje llegar a Él
en su Misericordia.
[1] Nota del Traductor: Atendiendo al criterio del autor(se refiere a mi persona al estar tomado de mi libro Santa Eulalia, la grandeza de lo pequeño por el que el nombre no es más que reflejo de la cualidad demostrada el dies natalis por nuestra paisama: la bien hablada.
La[1] Eulalia fue una buena doncella
que si tuvo cuerpo hermoso, más hermosa tuvo el alma.
Quisieron vencerla los enemigos de Dios,
quisieron hacerla servir al diablo.
Pero ella no escuchó a los malos consejeros
que la empujaban a renegar del Dios que está en el cielo.
Ni el oro, ni la plata, ni las riquezas
ni las amenazas del rey, ni las súplicas;
ninguna cosa consigue doblegar
a la joven para que no prefiera siempre el servicio a Dios.
Y por eso fue presentada ante Maximiano,
que era en aquellos días el rey de los idólatras.
Él la reconviene, esfuerzo vano,
a que abjurase de su fe cristiana.
Ella se reafirma;
mejor soportaría las torturas
que perder la inocencia.
Por ello muerta fue, con alta dignidad.
Al fuego la arrojaron para que de inmediato ardiera
pero al no tener pecados, no se abrasó.
No quiso resignarse el rey de los paganos
y con una espada ordenó cortarle la cabeza.
La damisela no se opuso a tal cosa.
Quería abandonar este mundo y así se lo pedía a Cristo.
En forma de paloma subió al cielo.
Roguémosle todos que eleve una plegaria
para que Cristo se compadezca de nosotros
tras la muerte y nos deje llegar a Él
en su Misericordia.
[1] Nota del Traductor: Atendiendo al criterio del autor(se refiere a mi persona al estar tomado de mi libro Santa Eulalia, la grandeza de lo pequeño por el que el nombre no es más que reflejo de la cualidad demostrada el dies natalis por nuestra paisama: la bien hablada.