A excepción de algún alma cándida-[Esta Eulalia catalana aunque hay quien afirme que no es más que un doblete de la de Mérida tiene una personalidad muy definida, con rasgos que no son prestados; por ejemplo, una nerviosa impaciencia por desafiar al mundo con la verdad]-.
los probarceloneses de Santa Eulalia barcinonensis sólo pueden utilizar como argumento único y propio el de la festividad de su santa Eulalia el 12 de febrero.
Sin embargo, por razones obvias conocedor experimentado de la climatología extremeña, de su flora y de sus temperos, sometí al Himno III del Peristéfanon de Aurelio Prudencio Clemente a un triple análisis consecuente; y sobre la fecha teórica y contrastada del 10 de diciembre deduje que en época de Prudencio el “dias natalis” de santa Eulalia de Mérida en Mérida se celebraba en el mes de febrero.
Incluso pude averiguar posteriormente la causa del traslado de fecha: la implantación de la Cuaresma en la Iglesia Latina:
“A partir del siglo IV la Iglesia latina comenzó a implantar, a imitación de los ritos purificadores judíos sancionados por Jesucristo (Mateo, 4), un período denominado Cuaresma -por los cuarenta días de su duración-.
Pero la implantación de la Cuaresma según la normativa de la Iglesia Latina llevó consigo la radical traslación de las festividades de los mártires fuera de este período según Righetti y Urtasun a mediados del siglo V; se basan en el “calendario romano”[1].
Las alteraciones de fechas no sólo afectaron a las conmemoraciones de los mártires; posteriormente también le afectó a una conmemoración tan significativa como la de la Anunciación: “en el año 656 el II Concilio de Toledo -escriben Righetti y Urtasun- rechazó la celebración de la Anunciación (25 de Marzo) porque habría caído siempre en Cuaresma y la situó también en este período del Adviento[2]”.
Ante tamaña revolución la Iglesia le concedió a Santa Eulalia una fecha de suma preeminencia.
La dedicación del mes de diciembre y de su décimo día para su nuevo “dies natalis” también tenía una primera y muy significativa lectura que nos da la verdadera medida de la magnificencia de Santa Eulalia en aquella época: ella, como ser humano, comenzó a inaugurar, generalmente, el Año Eclesiástico o Litúrgico de la Iglesia.
En efecto el Adviento comienza el domingo más cercano al 30 de noviembre (día de San Andrés, Apóstol) y puede situarse entre el 27 de noviembre y el tres de diciembre (posiblemente el año del cambio fue aquel en que el día 3 de diciembre fue domingo)[3].
Todo lo cual nos lleva a reafirmar la idea extendida entre los expertos de que los barceloneses sólo barcelonizaron a una Eulalia emeritense a la que rendían culto en su ciudad como en todo el Occidente Europeo y el Norte de África a través de alguna reliquia...”.
Sin embargo el argumento más incontestable, inesperado y definitivo se encuentra en sus respectivas Pasiones…
[1] RIGHETTI, Mario y URTASÚN, Corenelio, p. 762: “ El recogimiento recomendado por la Iglesia a los fieles como condición para alcanzar, a través de los ejercicios de penitencia, una eficaz renovación de la vida, llevaba naturalmente a excluir cualquier fiesta, en cuanto ponía una nota de alegría, incompatible con la austeridad del tiempo. He aquí por qué ya desde el principio (de la implantación de la Cuaresma) cualquier fiesta de los santos fué en principio descartada del período cuaresmal. El calendario romano en el siglo V, en el período que va del 4 de febrero al 25 de abril, límites extremos de la Cuaresma, contaba cuatro fiestas de santos, y dos solamente después de la reforma gregoriana, Santa Águeda y San Valentín”.
[2] Íbidem. , p.762.
[3] RIBERA, Luís, p. 56: “El año litúrgico o eclesiástico, empieza el domingo más cercano al 30 de noviembre y puede caer del 27 de noviembre al 3 de diciembre.. Este domingo es el primero de Adviento y le siguen otros tres.
Datos tomados de mi libro Santa Eulalia de Mérida, la Grandeza de lo Pequeño, Artes Gráficas Rejas, 2004.
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